Ilusiones

El Transurfing tiene mucho cuidado a la hora de interpretar las ilusiones como producto de la imaginación. Llamamos ilusiones a los sueños y alucinaciones, a la percepción inadecuada de la realidad y, por fin, hasta a la realidad misma. Si dejamos a un lado la percepción inadecuada de la realidad, resulta que la visión de otra realidad no es fruto de las fantasías de la mente. Los sueños y alucinaciones son, en términos generales, los viajes del alma en el espacio de las variantes. La percepción de la realidad ilusoria no es una fantasía, sino que es la percepción de los sectores no materializados en la vida real. Además, el mundo entero no es una ilusión. El hombre que se atreve a afirmar que todo lo que él percibe es nada más que una ilusión se cree demasiado importante.

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Un individuo, al encontrarse bajo el fuerte efecto de las drogas o el alcohol, igual que en un sueño, pierde el control de la conciencia; por tanto su subconsciente se sintoniza con los campos no realizados en el espacio de las variantes. El cuerpo está en el sector de la realización material, o sea, en nuestro mundo material, y su percepción vaga en un sector virtual, desplazado respecto al sector real. En tal estado el hombre puede ir por calles conocidas, entre casas acostumbradas, pero lo ve todo de un modo absolutamente distinto. La gente y el ambiente no tienen el aspecto de siempre. Los decorados se han cambiado. Resulta ser la mitad de un sueño, la mitad de la realidad.

Asimismo, las personas con trastornos psíquicos, al estar su cuerpo en un sector de la realización material, perciben otro sector no realizado. Su percepción está sintonizada con un sector determinado en el espacio de las variantes, donde puede haber no sólo otros decorados, sino también otros guiones y papeles. Las personas anormales psíquicamente no son enfermas en absoluto, en el sentido habitual de la enfermedad. Ellas no imaginan ser Napoleones u otros personajes odiosos. Ellas realmente perciben esa variante, la ven en el sector del espacio. Allí existe cualquier variante, pero la persona elige lo que más le guste. Cuando el conflicto entre el alma y la mente alcanza cierto límite y el alma, agotada, ya no es capaz de tragar más la cruda realidad, la percepción se sintoniza con el sector visual no realizado. Mientras tanto, físicamente, el hombre vive en un sector material.

Se hacen intentos para curar a tales enfermos, pero la mayoría de ellos son felices precisamente en este estado, cuando las ilusiones son más agradables que la cruda realidad. De hecho, ésas no son ilusiones en absoluto, sino variantes no realizadas que tienen una existencia tan real como el sector material.

¿Y por qué el sector virtual de una persona demente no se materializa? Como ya hemos hablado, la realización de una variante se efectúa cuando la energía está modulada por los pensamientos de la persona en la unidad total de su alma y la mente. Por lo visto, en estos casos tal unidad no se alcanza. O la desviación entre los sectores material y virtual es demasiado grande y, por tanto, requiere demasiado gasto de energía para su realización. Por ejemplo, un nuevo Napoleón en nuestros tiempos es un caso demasiado extraordinario, por tanto se encuentra fuera, muy lejos de los límites de una posible corriente de las variantes. O quizás existen otras razones que nosotros desconocemos.

Por supuesto, la mente es capaz de imaginar y fantasear, pero sólo dentro de los reducidos límites de su experiencia anterior. La mente puede construir un modelo nuevo de casa con los cubos viejos. ¿Por dónde, pues, pasa el límite entre la imaginación y la percepción de la otra realidad? Dicho límite no tiene un contorno claro, pero para nuestro objetivo eso no tiene mucha importancia. Aquí sólo importa la manera en la que las convicciones interiores influyen sobre la percepción de la realidad y cuál es el efecto producido en la vida de una persona.

Vadim Zeland: El susurro de las estrellas de madrugada, cap. 2