Insatisfacción con uno mismo

Empecemos por el no estar contento con uno mismo. Eso se revela como insatisfacción por los logros y cualidades personales, así como en un rechazo activo de las propias imperfecciones. Uno puede vivir dándose cuenta de sus defectos, pero sin acomplejarse por ellos. En cambio, si los defectos no le dejan en paz y obtienen mucha importancia para él, surge el potencial excesivo. Enseguida intervienen las fuerzas equilibrantes para eliminar el potencial. Su actitud puede dirigirse, ya hacia el desarrollo de las cualidades positivas, ya hacia la lucha con los defectos. La persona se inclina hacia uno u otro lado, respectivamente.

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Con más frecuencia, el individuo elige la lucha y tal postura se vuelve contra él. Es inútil esconder defectos, y muy difícil eliminarlos. El resultado llega a ser algo totalmente opuesto a lo esperado y la situación empeora aún más. Por ejemplo, al intentar esconder su timidez, el hombre se vuelve más vergonzoso todavía o, al contrario, demasiado descarado.

Si uno está insatisfecho con sus logros, pero sólo en un grado en que eso le sirva de impulso hacia la auto-perfección, el equilibrio no se altera. Eso no afecta al mundo circundante; más aún, el cambio interior se compensa con las actitudes positivas. Si la persona empieza a hacerse reproches, se enfada consigo misma o, peor aún, se flagela, surge un caso peligroso de conflicto entre el alma y la mente. Pues el alma no merece tal comportamiento. Es autosuficiente y perfecta.

Todas las imperfecciones adquiridas son defectos de la mente de uno, no de su alma. Sin embargo, éste un tema tan grande y complicado que merece un libro entero aparte. Aquí sólo señalamos que enemistarse consigo mismo es muy desventajoso. El alma se encerrará en sí, la mente «cantará victoria» y, como consecuencia, puede ocurrir un desacuerdo total en la vida de una persona. Para no tener que recurrir después a la ayuda de un psicoanalista, antes de nada relájate y perdónate todas tus imperfecciones. Si de momento no eres capaz de amarte, al menos, desiste de luchar contra ti mismo y acéptate tal cual eres. Sólo en este caso el alma se convertirá en un aliado de la mente. Y es un aliado muy poderoso.

Se trata pues sólo de que dejes de luchar contra tus imperfecciones. En esa lucha consumes energía para mantener el potencial excesivo más que inútil, muy perjudicial. Cuando por fin renuncies a esta lucha, la energía liberada se dirigirá al desarrollo de tus cualidades positivas.

Vadim Zeland: El espacio de las variantes cap. IV