Los sueños

Durante el sueño, aunque el cuerpo físico está en reposo, la conciencia sigue activa. La psicología trabaja desde hace mucho tiempo con los sueños. La ciencia esotérica nos dice que, durante la noche, la conciencia viaja a los planos superiores; va en busca de información, encuentra a otros seres, tiene algunas experiencias… Son actividades muy complejas, porque en el sueño accedemos al campo quántico, donde rigen unas leyes algo distintas a las del mundo físico ordinario. El tiempo y el espacio no existen. Volamos… En general, los sueños no traen sino una parte ínfima de esas experiencias que, por otra parte, sólo pueden llegarnos a través de un lenguaje simbólico, pues la complejidad de los mundos sutiles es demasiado grande para ser comprendida por la mente ordinaria.

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La actividad de la conciencia durante el sueño depende mucho del nivel de la conciencia de vigilia. El Maestro del Corazón observa nuestra evolución en el mundo físico y a veces se sirve de los sueños para enviarnos información y ayudarnos en el camino. Hay muchos modos de descifrar los sueños, algunos de los cuales pueden ser útiles. Pero, en general, los sueños deben recibirse de manera mucho más amplia. Buscar sistemáticamente una interpretación es arriesgarse a reducir a unas pocas ideas de la mente limitada lo que puede haber sido una muy rica experiencia. Sin rechazar de plano las interpretaciones –algunas pueden ser útiles–, no está de más dejar que el sueño flote en nuestra conciencia durante las horas o días que siguen a su aparición. Podemos anotarlo, compartirlo con alguien en todo caso, pero sin buscar una interpretación demasiado sistemática con el fin de saborearlo; dejar que el sueño deslice en la conciencia la complejidad de nuestro mundo interior.

La comprensión del mensaje llegará a su tiempo si permanecemos en contacto con la sensación que experimentamos en el sueño, con su espacio, con su vibración, sin intervención de la mente. El mensaje llegará entonces espontáneamente a través de la intuición, o de alguna idea nueva, o de cualquier otro medio sin relación aparente con el sueño. El hecho de haber dejado flotar en la conciencia la energía del mensaje desconocido del sueño le habrá permitido hacer su camino, y de un modo mucho más profundo, en general, que el que haría a través de una interpretación concreta. Está bien respetar los sueños y darles alas para que se posen en nuestro espíritu en el momento adecuado, cuando tengan que darnos alguna indicación para el camino. De esa forma nos abrimos a un proceso que va mucho más allá de lo consciente y puede ser muy rico en enseñanza, en sanación y en transformación, y nos sensibiliza a la presencia bienhechora del Maestro interior.

Annie Marquier: El maestro del corazón, cap. 18-II