Proteger al alma

Nosotros no somos capaces de cambiar este mundo de ninguna manera. Debemos resignarnos a lo que no depende de nosotros. Una multitud de restricciones y condicionamientos literalmente encierran el alma en una funda. La mente, atrapada por los condicionamientos, se convierte en un carcelero para el alma y no le permite realizar sus capacidades.

El hombre simplemente se ve obligado de comportarse tal como lo exige el mundo de los péndulos: a expresar su disgusto, enojarse, recelar, competir, luchar. La actitud y los pensamientos de una persona están condicionados por su dependencia de los péndulos. Como pudiste cerciorarte en los capítulos anteriores, tal condicionamiento quita energía al hombre, instiga contra él las fuerzas equilibrantes y le desvía hacia los objetivos falsos. Para colmo, la intención exterior actúa realizando sus peores temores. El hombre estaría encantado de librarse del condicionamiento y la dependencia, pero no sabe cómo.

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Ahora sabes que el poder de los péndulos se sustenta en la importancia y en la actitud no consciente. A las provocaciones de los péndulos el hombre reacciona inconscientemente. Se entrega automáticamente a la inquietud, al miedo, al enojo; por costumbre expresa disgusto y se enfada; se deja invadir muy fácilmente por la tristeza; los obstáculos le obligan a esforzarse al máximo. El individuo vive como en un sueño, obedeciendo al guión que le inculcaron los péndulos. Él no se da cuenta de que es capaz de tomar el control sobre el guión de su propia vida. Le parece que hay poco que dependa de él. La importancia le mete al hombre en el juego de los péndulos, y la actitud inconsciente le quita la última posibilidad de influir de alguna manera sobre el guión. El juego se hace según las reglas de los péndulos.

Como ves, me veo obligado a repetir lo mismo muchas veces, porque, a pesar de su evidencia, todos estos razonamientos son complicados de comprender y sentir. Así de profundo se arraigó la mundividencia habitual formada por los péndulos en nuestra conciencia. Puedes escapar de la funda de los condicionamientos si te guías por los principios del Transurfing. El poder de los péndulos es grande, pero ellos no podrán ponerte impedimentos si renuncias a la importancia y haces uso consciente de tu derecho de elegir y determinar tu guión.

A los péndulos les resulta beneficioso tener a la gente bajo control. Persiguen únicamente sus propios objetivos, y para ellos el hombre es sólo un instrumento, un medio, una marioneta. Tu alma vino a este mundo como a una fiesta; pues bien, permítesela. Sólo tú debes decidir si quieres malgastar toda tu vida trabajando en beneficio de un péndulo ajeno, o vivir para ti, para tu completa satisfacción. Si eliges la fiesta, entonces es necesario que te libres de los péndulos que te sujetan y encuentres tu propio objetivo y tu propia puerta.

Tu mente debe comprender: no estás obligado a dejarte llevar de la rienda por los péndulos. Une la mente con el alma y tendrás todo lo que tú quieras, tanto en sentido literal como figurado. Sólo necesitas librarte de los péndulos y eliminar la desunión entre el alma y la mente. Permítete el lujo de ser merecedor de todo lo mejor.

Si alguien te inculca que estás obligado a trabajar en bien de algo o alguien, no le creas. Si intentan demostrarte que todo en este mundo se gana trabajando duro, no les creas. Si intentan imponerte una lucha despiadada por tu lugar bajo el sol, no les creas. Si pretenden indicarte tu lugar, no les creas. Si intentan atraerte a una secta o una sociedad donde necesitan tu «contribución para una causa común», no les creas.

Si dicen que has nacido pobre y, por tanto, debes vivir pobre toda la vida, no les creas. Si intentan hacerte creer que tus capacidades son limitadas, no les creas.

Tendrás que persuadirte de que los péndulos no te dejarán en paz así sin más. En cuanto broten en ti los gérmenes de la determinación de tener, los péndulos te arreglarán una situación en la que te darán a entender que tus capacidades son muy limitadas. En cuanto te sientas capaz de elegir y determinar el guión del juego, los péndulos intentarán desbaratar todos tus planes. En cuanto sientas tranquilidad y seguridad en ti mismo, los péndulos intentarán meterse contigo. No te dejes provocar y no te dejes desequilibrar. Mantén tu importancia en el nivel mínimo y actúa conscientemente. No necesitas ni esfuerzos ni firmeza, sólo la intención consciente de mantener la importancia a cero.

En este juego sólo tu propia intención limita tus capacidades. Las capacidades de los péndulos se limitan sólo por el nivel de tu importancia y nivel de tu conciencia. Recuerda: si soy vacío, no tienen por dónde engancharme; si percibo en qué consiste el juego, los péndulos no serán capaces de imponerme su guión. Si ellos lograron decepcionarte, amargarte, desequilibrarte, significa que debes volver la vista atrás y comprender en qué has excedido el nivel de la importancia.

Cambia tu actitud hacia lo que te desequilibró. Intenta ser consciente de que tú no necesitas la importancia, sino que la necesitan los péndulos. La funda para el alma está hecha de tu importancia. No atribuyas a nada un significado excesivamente importante. Simplemente, con tranquilidad y sin insistir, toma lo tuyo. Si de momento lo tuyo no cede, tampoco le atribuyas demasiado signi­ficado; los péndulos no hacen más que esperar a que te desanimes. Si hay algo que te apenó, quita la importancia. Sé consciente de que sólo es un juego de péndulos. Es precisamente un juego y no una batalla, porque, en el fondo, los péndulos son como maniquíes de arcilla.

Es un juego duro y está calculado para la debilidad humana. En cuanto aflojes el control sobre la importancia, enseguida perderás. Pero si mantienes la importancia en cero, los péndulos se hundirán en tu vacío. Los maniquíes de arcilla se desmoronarán. Sacarás fuerzas precisamente de tu actitud consciente por comprender las reglas del juego. En cuanto notes que el péndulo intenta engancharte y desequilibrarte, sonríe burlonamente en tu interior e inquebrantablemente quítate la importancia. Poco a poco eso se convertirá en una costumbre. Es entonces cuando sentirás tu fuerza y comprenderás que tú mismo eres capaz de determinar el guión del juego. Al alcanzar la victoria en el juego con los péndulos, obtendrás la libertad de elegir.

Vadim Zeland: El susurro de las estrellas de madrugada, cap. III