Al Espíritu sólo se lo puede experimentar

– Te dije que no hay manera de hablar del Espíritu, porque al Espíritu sólo se lo puede experimentar. Los brujos tratan de dar una noción de esto al decir que el Espíritu no es nada que se pueda ver o sentir, pero que siempre está ahí, vaga e indistintamente encima de nosotros. Algunas veces, hasta llega a tocarnos, sin embargo, la mayor parte del tiempo permanece indiferente.

– Sugirió que si yo lograba considerar seriamente la proposición de que el conocimiento puede ser independiente del lenguaje, sin molestarme en entenderla, tal vez pudiera ver la luz.

Los brujos conocen lo abstracto sin saber lo que están haciendo, sin verlo, sin tocarlo y sin siquiera sentir su presencia… Don Juan parecía estar divirtiéndose inmensamente.

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– Manifestaciones del Espíritu, es el edificio que el intento construye y coloca frente al brujo, invitándole a entrar. Es el edificio del intento visto por un brujo. El toque del Espíritu es el mismo edificio visto por el principiante al que se invita, o más bien se obliga a entrar.

– Nuestro vínculo con el intento, es lo que nos produce nuestra preocupación ancestral acerca de nuestro destino.

– El arte del acecho es aprender todas las singularidades de tu disfraz. Y aprenderlas tan bien que nadie podría descubrir que estas disfrazado. Para hacer eso, necesitas ser despiadado, astuto, paciente y simpático.

– El acecho es un arte aplicable a todo, y que consiste en cuatro facetas: el no tener compasión, el ser astuto, el tener paciencia y el ser simpático.

No tener compasión no significaba ser grosero; ser astuto no significaba ser cruel; tener paciencia no significaba ser negligente y ser simpático no significaba ser estúpido.

– El sentirse importante es una verdadera tiranía. Nos hace unos enojones insufribles.

– Primeramente, los brujos deben aprender a acechar; después deben aprender a intentar y sólo entonces pueden mover su punto de encaje a voluntad.

– Las palabras tienen un tremendo poder e importancia y son la propiedad mágica de quien las piensa.

– El principio primerísimo del acecho es que un guerrero se acecha a sí mismo. Se acecha a sí mismo sin tener compasión, con astucia, con paciencia y simpáticamente.

El acecho es el arte de usar la conducta de un modo original, con propósitos específicos. Dijo que la conducta normal, en el mundo cotidiano, es rutinaria. Cualquier conducta que rompe con la rutina causa un efecto desacostumbrado en nuestro ser total. Ese efecto desacostumbrado es el que buscan los brujos, porque es acumulativo. Y su acumulación es lo que hace de un brujo, un acechador.

– Si se practica la conducta desacostumbrada de manera sistemática e inteligente, a la larga, esta práctica fuerza al punto de encaje a moverse.

Carlos Castaneda: El conocimiento silencioso