Apertura de la conciencia

La felicidad significa equilibrio, y el equilibrio es imposible en nuestro estado, tomando al equilibrio en el sentido de armoniosidad. Siempre estamos equilibrados de cierto modo, pero de un modo equivocado. Si fuéramos armoniosos en nuestro estado actual, no tendríamos razón para cambiar; de modo que la naturaleza dispuso muy bien que no podamos ser armoniosos tales como somos, a fin de que no seamos felices en este estado. La felicidad es armonía entre las circunstancias externas y las manifestaciones internas, y para nosotros eso es imposible, si por felicidad entendemos la armonía.

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El estudio del sistema, la adquisición de más control, no puede hacer a uno más infeliz. En esto no hay abnegación. Lo que uno tiene que perder es la imaginación. Algo que es real no es obstáculo para despertar. Las cosas imaginarias son las que nos mantienen dormidos, y a lasque tenemos que renunciar.

El sistema nos enseña primero a hallarlos. Luego, habiéndolos hallado, usted puede encontrar métodos para librarse de ellos. No podrá empezar a trabajar sobre ellos antes de conocerlos. La conciencia es un sentimiento posible para los hombres enteramente corrientes, sin escuela alguna. Es una suerte de sentido interior de la verdad en conexión con una cosa particular, u otra cosa, o una tercera cosa. La conexión puede estar equivocada, pero el sentimiento mismo será enteramente correcto.

La moralidad es siempre relativa, la conciencia es absoluta. La conciencia es una emoción positiva especial. En nuestro estado actual tenemos una pequeñísima huella de esta emoción, suficiente para tener una sensación general de que algo puede estar bien y algo puede estar mal, pero insuficiente para decir qué está bien y qué está mal. Esto ha de desarrollarse. En la actualidad, el estado de conciencia que podemos tener no distingue lo grande de lo pequeño, pero después la conciencia puede convertirse en un método enteramente diferente de cognición, en un instrumento de discriminación.

Antes que la conciencia pueda abrirse plenamente, deberemos tener voluntad, deberemos ser capaces de «hacer», de actuar según los dictados de nuestra conciencia; de lo contrario, si la conciencia despertara plenamente en el hombre en su estado actual, aquél sería un ser muy miserable; no podría olvidar, no podría adaptarse a las cosas, y no podría cambiar nada. La conciencia destruye los amortiguadores, de modo que el hombre se halla inerme contra sí mismo, y al mismo tiempo no tiene voluntad, de manera que no puede cambiar, no puede hacer lo que sabe que está bien. De modo que, primero, aquél debe desarrollar la voluntad; de lo contrario, se hallará en una situación muy desagradable, más allá de su control. Cuando adquiere control, puede permitirse el lujo de la conciencia, no antes de eso.

P. D. Ouspensky: El cuarto camino, cap. VI