El proceso de atracción de todos los acontecimientos de nuestra vida se hace pues según el principio de evolución y a partir de la voluntad consciente de nuestro Ello. De vida en vida, creamos cada vez las condiciones óptimas que nos permitan hacer la experiencia total de nuestro Ello a todos los niveles de nuestro ser. No hay ningún azar. El mundo tal como es alrededor de nosotros es la imagen exacta del estado de nuestra conciencia, tanto a nivel personal como a nivel colectivo. En lugar de resistirlo podemos elegir utilizar esas circunstancias (que hemos creado según las necesidades del plan de evolución) como oportunidades de aprendizaje en vista al desarrollo de nuestra conciencia y de nuestro regreso al estado de poder y libertad divinas.
Percepción errónea de la ley del karma. El primer error en la forma de percibir la ley del karma es creer que funciona como un castigo o una recompensa. Creemos que si hemos cometido «malas» acciones en una vida pasada, deberemos pagarlo con circunstancias difíciles en esta vida, y que si fuimos buenos, seremos recompensados. Esto es una percepción errónea de la ley del karma. Ésta es una ley educativa en el mejor sentido de la palabra, y en este sentido, la noción de castigo no existe.
La ley del karma es una ley de amor, y sólo existe para sostener nuestra meta fundamental de evolución y de plenitud hacia una manifestación más perfecta de nosotros mismos. Lo que llamamos una «mala acción» no es más que una demostración dela ausencia de contacto con la voluntad de nuestro Ello que ocasiona nuestra ignorancia de cierta ley y el olvido de lo que somos. Entonces la ley del karma hará que atraigamos a nuestra vida circunstancias que nos permitirán comprender y respetar la voluntad del Ello al tiempo que seguiremos naturalmente esta ley, y así podremos encontrar algo más de nuestra esencia. Por tanto, si una «mala acción» en el pasado atrae una circunstancia desagradable en nuestra vida actual, no es en absoluto para castigarnos (el concepto de castigo es una invención de la mente humana y no existe como ley de la naturaleza), sino más bien para darnos la ocasión de experimentar y de aprender acerca de la ley que quizás hayamos transgredido en una circunstancia pasada.
El aprendizaje por experiencia directa lo presentaremos con sencillez expresamente, sabiendo que todo esto pasa a nivel energético y en una conciencia superior y no a nivel mental, como las palabras utilizadas podrían dejar entrever. Pero como, según la ley de las correspondencias, «lo que está arriba es como lo que está abajo», podemos utilizar unas imágenes propias de nuestro mundo para ilustrar lo que pasa a otro nivel.
El modelo esotérico-psicológico se apoya sobre la premisa de que tenemos un instrumento, en el interior de la estructura de nuestra personalidad, cuya función es la de crear y de atraer bajo la vigilancia del Ello.
—la conciencia está en evolución hacia una expresión cada vez más amplia y perfecta de sí misma en el seno de los tres mundos inferiores (físico, emocional y mental);
—a fin de permitir la realización de esta evolución, atraemos las condiciones de vida física que necesitamos para aprender a armonizar cada vez más la personalidad con la conciencia del Ello.
Las estructuras mentales, conscientes o subconscientes, de las que una persona dispone en una vida dada, son determinadas por su nivel de evolución y por la tarea que tiene que cumplir durante esta vida. A medida que se avanza en conciencia, nuestras estructuras mentales son cada vez más conscientes y son una expresión cada vez más directa de la voluntad del Ello. Creación de la realidad, percepción de la realidad y experiencia de la realidad; las tres están íntimamente entrelazadas y son el resultado de conciencia ya alcanzado.