Responsabilidad

Muchas personas en crecimiento consciente se dan cuen­ta después de varios años que efectivamente han educado sus hijos con unos principios que ahora descubren inapropiados e incluso destructores. Además, para aliviar la conciencia de un peso inútil, recordemos que nuestros hijos nos han elegi­do exactamente como somos, con nuestras cualidades y nuestros defectos (lo que se ha dicho anteriormente sobre la culpabilidad se aplica directamente aquí). No podemos hacer más, de lo que nuestro grado de evolución nos permite o nos ha permitido hacer. Nuestros hijos nos han elegido así. A nivel de sus Ellos, cuando eligieron, conocían los límites de nuestra personalidad. Somos, o hemos sido, los padres per­fectos para nuestros hijos, perfectos en el sentido que he­mos sido nosotros los elegidos por ellos para evolucionar y crecer en su vida.

Culpabilidad, cen­sura y resentimiento

Cuando nos desembarazamos de la culpabilidad, cen­sura y resentimiento, cesamos naturalmente de manipular a los demás, haciéndoles sentirse culpables. ¡Qué alivio en las relaciones entre cónyuges (¡ay!, no podemos criticar al otro, somos nosotros quienes lo hemos atraído a nuestra vida tal como es, que lástima…) entre colegas de trabajo, entre padres, hijos! Un gran saneamiento de las relaciones se efectúa a partir del concepto de responsabilidad. Este espacio más sereno en las relaciones permite empezar a experimentar la aceptación y el amor incondicional.

La práctica del principio de responsabilidad-atracción-creación

Cuando desaparece la ansiedad, el miedo y el estrés, nace na¬turalmente un sentimiento de paz y de serenidad que provie¬nen de una mayor confianza en la vida, así como una alegría de vivir simple y directa, la que teníamos cuando nacimos y que hemos perdido luego. Pero esta vez, esta confianza se pasa en una mayor comprensión del mecanismo de la vida misma, y por eso somos mucho menos vulnerables. Sabemos ahora que una experiencia difícil o un infortunio no son una prueba de la absurdidad, de la injusticia o de la maldad de la vida (como lo habíamos registrado generalmente en nuestra conciencia de niño), sino como una etapa más difícil del viaje y una posibilidad para nosotros de progreso mayor. Sabemos que todo lo que nos sucede es pertinente.

Principio de responsabilidad

Reconociendo y aceptando simplemente las imperfecciones de nuestra personalidad como formando parte de nuestro aprendizaje, resulta mucho más fácil aceptarnos tal como so­mos, amarnos, tener compasión de nosotros mismos, perdonarnos. Cuanto más aceptemos nuestra estatua en su estado presente, más la querremos tal como es sabiendo lo que llegará a ser, y más fácil y agradable nos será trabajarla y menos la despreciaremos por no estar terminada.

El perdón a uno mismo y la aceptación de uno mismo son esenciales para una buena salud moral. No hay actitud más in­útil y destructora que golpearse la cabeza (destruimos nuestra estatua cuando le damos golpes…)

El poder de soltar

Ya todo es claro e inmensamente pleno, cuando has soltado plenamente te inunda un amor que no es describible, el amor que se expande desde la sabiduría de que nada es ajeno a Ti, nada… y de que nada se haya fuera de Ti… Tú eres todo lo mirado y observado…sin excepciones, estás unido a todo y no hay diferencia alguna entre el TODO y Tu, y te inunda el discernimiento de la ficción que supuso todo aquello y llamaste en algún momento: YO, ME, MIO, O MI, cesó todo… se abra expandido aquello que se consideró tu en algún instante del momento presente continuo, en lo que lo eterno se desenvuelve al unísono, se difundirá cualquier idea de identidad; sea física, álmica, o espiritual, sea individual, o colectiva. Consciente del poder de soltar amarás y vivirás la vida como jamás pudiste soñar, sin perder detalles, sin desear nada e igualmente sin renunciar a nada de aquello que la providencia, nuestro verdadero Ser en acción, o la propia vida, no lo que programación mental te ponga por delante. Y se posará suavemente para siempre en tu corazón el VIVIR VIVIENDO, que es la única verdad de la vida, en cualquier plano y dimension que se experiencia. VIVIR VIVIENDO… VIVIR VIENDO… irradiando permanentemente amor, conectado a todo lo que existe, desplegando la Divinidad que somos y todo es en constante estado de dicha y gozo, comprendiendo que felicidad es nuestro estado natural y que no hay necesidad alguna de buscar fuera de nosotros mismos el bienestar.

Solo vale la pena… VIVIR PARA VIVIR…

Nada es injusto ni inútil

Así, habiendo aceptado considerar que somos el origen de lo que nos sucede a fin de alimentar de una forma óptima nuestro proceso de evolución, sabemos que nada es injusto ni inútil, y esto nos crea una inmensa tranquilidad. Empezamos a entrar en contacto con el hecho de que el universo es per­fecto, y aprendemos a escuchar nuestra voz interior y confiar en el gran proceso universal de la evolución. Presentimos que nuestro universo no ha sido entregado al azar ni a las buena o malas intenciones de algunos individuos, sino que está some­tido a una dinámica energética, muy compleja por cierto, pero extremadamente rigurosa y justa. Podemos decir que: En este universo no hay justicia racional, sino una justicia absoluta. Y después, dormir con toda tranquilidad.

En este estado de ánimo no podemos verdaderamente ali­mentar remordimientos frente al pasado (si hubiera tenido unos padres más comprensivos…, si hubiera encontrado a Francisco antes de que se casara con Josefina…, si hubiera tenido más dinero…). Sabemos que cada situación es la adecuada para nuestro crecimiento, que cada acontecimiento se presenta a su tiempo, en función de nuestro estado de conciencia. Pero sabemos también que podemos transformar cada situación en algo mejor a partir de nuestras propias ac­ciones, de nuestras elecciones, de nuestra voluntad y de la apertura de nuestra propia conciencia.