Podemos elegir consciente y voluntariamente modificar ahora nuestra forma de pensar y de obrar en el mundo. Esto permite mejorarnos mediante una forma libre y autónoma.
No tenemos necesidad de sentirnos culpables para rectificar nuestro comportamiento. Basta con estar conscientes. Es más eficaz y hace menos daño.
¿Para qué sirve la culpabilidad? Para nada, sólo para hacernos desgraciados y paralizarnos en nuestras acciones. Por supuesto que hemos cometido errores, y obrado contra la voluntad de nuestro Ello, y todavía tenemos mucho que aprender. Pero no somos culpables de nada. Somos seres en evolución y en aprendizaje. Somos nosotros quienes debemos deshacernos de esta forma-pensamiento de culpabilidad y dejarla fuera de nuestro sistema energético con la ayuda de formas-pensamientos que acabamos de presentar y que son infinitamente más sanas.