Las cuatro etapas para liberarse de la culpabilidad

Podemos elegir consciente y voluntariamente modificar ahora nuestra forma de pensar y de obrar en el mundo. Esto permite mejorarnos mediante una forma libre y autónoma.

No tenemos necesidad de sentirnos culpables para rectificar nuestro comportamiento. Basta con estar conscientes. Es más eficaz y hace menos daño.

¿Para qué sirve la culpabilidad? Para nada, sólo para hacernos desgraciados y paralizarnos en nuestras acciones. Por supuesto que hemos cometido errores, y obrado contra la voluntad de nuestro Ello, y todavía tenemos mucho que aprender. Pero no somos culpables de nada. Somos seres en evolución y en apren­dizaje. Somos nosotros quienes debemos deshacernos de esta forma-pensamiento de culpabilidad y dejarla fuera de nuestro sistema energético con la ayuda de formas-pensamientos que acabamos de presentar y que son infinitamente más sanas.

Liberación de la culpabilidad

El senti­miento de culpabilidad proviene, de creer que hemos hecho algo «malo», que hemos dañado a alguien, o, de una forma general, que hemos transgredido una ley natural del universo. Para hacer frente a esas acciones que consideramos como «malas», el único medio que nuestra educación nos ha dado, ya sea religiosa o no, es el sentimiento de culpabilidad. Al sen­tirnos culpables, teníamos la impresión de volver a entrar en contacto de cierta manera, con la aprobación parental. Al ser el proceso siempre doloroso, muchas veces lo hemos enfren­tado camuflando esta culpabilidad bajo un falso cinismo, un falso desapego o un endurecimiento del corazón.

La mayor parte de las veces, nos sentimos culpables en relación a un juicio totalmente subjetivo que llevamos en nosotros mismos, sin haber hecho algo que esté verdaderamen­te en contradicción con las leyes del universo.

Filtros mentales

La mayor parte de las veces somos nosotros quienes juzgamos las acciones de los demás como malas a partir de nuestra propia percepción deformada por nuestros filtros mentales, mientras que en realidad esas acciones son irreprochables, tales como son. Seamos muy prudentes antes de juzgar, porque lo que nos molesta más en los demás es a menudo lo que de nosotros hay en ellos y no queremos ver… Pero suponiendo que el otro ha obrado verdaderamente «mal», entonces recordemos que esta persona ha obrado lo mejor que podía hacerlo, con todos sus miedos, sus traumas pasados, su nivel de evolución, sus programaciones de infancia, etc. Elegimos considerar esta persona como un ser en evolución que busca su camino hacia la luz, tal como noso­tros. Le damos permiso para que cometa errores, como de­bemos dárnoslo a nosotros.

Liberación del resentimiento

Si aceptamos el concepto de responsabilidad, nos damos cuenta que si alguien nos ha «hecho daño» (real o imaginario, esto funciona en los dos casos), elegimos pensar que somos nosotros, o una parte de nosotros, quienes hemos atraído esta persona a nuestro universo, a fin de vivir esta experiencia. Si no, energéticamente hablando, no hubiera podido producir­se. Ya sea a partir de un sistema de pensamiento más o menos erróneo, consciente o inconsciente, o a partir de la voluntad de nuestro Ello con vistas a un aprendizaje evolutivo directo, es una parte de nosotros quien ha atraído esta experiencia. Recordemos que si nos negamos a aceptarlo, atraeremos to­davía una vez más el mismo tipo de situación. Es preferible pues reconocerlo enseguida a fin de hacer el aprendizaje debi­do y que esto no se reproduzca otra vez. Elegimos cesar de considerarnos como víctimas de la gente mala, y reconocemos que somos creadores de todo lo que se nos presenta en nues­tro universo.

Nuestro ser profundo

A partir del momento en que estamos en contacto con el hecho deque lo que se nos presenta en la vida es exactamente lo que necesitamos para formarnos interiormente y acercarnos a la realidad de nuestro ser profundo, que es el resultado de nuestro estado vibratorio, sabemos, en algún lugar recóndito de nuestra conciencia, que nada fundamentalmente des­tructivo puede sobrevenir en nuestra vida. Por supuesto que podrán presentarse todavía circunstancias desagradables o incluso dolorosas, o personas poco deseables y peligrosas. Por supuesto que la vida no será siempre fácil, lejos de eso, sobre todo si hemos decidido acelerar nuestro proceso de evolución. Pero sabemos, en lo más profundo de nosotros, que todo lo que se nos presenta es adecuado y que nada en definitiva puede destruirnos, puesto que al fin y al cabo lo importante es precisamente reconstruirnos en todo nuestro esplendor y nuestra divinidad.

Liberación de la negatividad

El contexto de responsabilidad facilita la transformación y la liberación de todo el arsenal de emociones negativas tales como el miedo, la cólera, el resentimiento, el rencor, el senti­do de injusticia, los celos, la censura, el juicio, la culpabilidad, etc.Es una de las consecuencias más importantes del contex­to de responsabilidad.

Este contexto permite controlar el yo inferior de forma flexible y no coercitiva. Permite sustituir la substancia men­tal-emocional de baja calidad hecha de negatividad, de orgu­llo, de separatividad y de victimitis por una substancia men­tal-emocional de calidad superior cuyos componentes son: sabiduría, equilibrio, serenidad, inteligencia, amor, etc.