Sencillas lecciones Zen del maestro D. T. Suzuki

Daisetsu Teitaro Suzuki ha sido uno de los más grandes divulgadores del pensamiento oriental en Occidente. Su vida comenzó como el cuarto hijo de un matrimonio de la casta samurái, que perdió sus privilegios a finales del siglo XIX; desde entonces persiguió una visión más filosófica de la vida estudiando en universidades japonesas, pero también en distintos monasterios.

La cábala en sus orígenes: Abraham Abiru (padre)

Al menos las personas de mi generación, cuando hemos querido buscar una espiritualidad profunda que nuestra alma reclamaba, pero que las formas estereotipadas de la religión en la que fuimos educados eran incapaces de proporcionarnos, hemos tenido por necesidad que volvernos hacia la luz de Oriente.

Es mucho lo que hemos aprendido. Hemos encontrado sistemas completos de desarrollo personal, libres del sentimiento de culpa en que se basaba nuestra motivación ética. Sobre todo, nos hemos dado cuenta que la espiritualidad – el sentimiento de unicidad con el Fundamento Divino de la realidad, llámese como se llame – no es patrimonio exclusivo de ninguna aproximación o vía, sino un estado de conciencia alcanzable por todos, de hecho el estado de ser humano realizado.

Más allá de tu mente

No eres un ser independiente de la naturaleza, sino un aspecto o síntoma de la naturaleza. Como ser humano, la idea de crecer paralelamente a este universo es comparable a una manzana creciendo fuera de un manzano. Un árbol que da manzanas es un árbol con manzanas, al igual que un universo en el que habitan seres humanos es un universo con seres humanos. La existencia de personas pone de manifiesto el tipo de universo en el que vivimos, pero como estamos bajo la influencia de estos dos grandes mitos (el modelo creacionista y el modelo mecanicista del universo) experimentamos esa sensación de no pertenecer a este mundo. En el lenguaje común utilizamos la expresión «vine al mundo», pero no fue así: nosotros surgimos del mundo.

Iluminación en la fábrica de conservas

Cuando llegué a la casa de mi Gurú, estaba lista para su enseñanza y receptiva a todo lo que pudiera darme. Llegué anhelante y dispuesta; no tenía ni idea de lo que sucedería, pero supe desde el primer momento que no le abandonaría jamás. Sí sabía, no obstante, que fuera cual fuere la madurez espiritual que alcanzara en mi vida, a partir de ahora él la intensificaría y la sustentaría hasta donde fuera posible. Muy poco después de conocer a Maharajji, me dijo: «Un día ocuparás mi puesto». Guardé aquellas palabras en mi corazón y no hice absolutamente nada con ellas. Cada uno de los momentos que pasé con Maharajji tuvo una profunda cualidad de rendición a cualquiera que fuera la razón de que estuviéramos juntos.

Más allá de Brahman

El hinduismo distingue lo Absoluto, el Ser, Brahman, de Brahma, la divinidad creadora que es la personificación mitológica del aspecto creador de Brahman.
Brahman equivale a la Conciencia pura. Con ella aparece el mundo, lo que implica que, hasta cierto punto, lo crea. Al despertarnos cada día aparecen en nuestra conciencia espontáneamente el cuerpo, la mente y el mundo. La Conciencia hace posible este extraño «milagro» cotidiano. Sin Conciencia no hay persona, no hay mente, no hay mundo. Brahman es el Origen del mundo. Por otra parte, el mundo objetivo también es Brahman en tanto que nada hay fuera de Él. La materia también es de su misma naturaleza: es Conciencia en una expresión más densificada. Este concepto puede ser comprendido por analogía (si bien de forma tosca) relacionándolo con las formas que puede adoptar el agua: más sutil en el vapor, más densa en el estado líquido o extremadamente sólida y densa en el caso del hielo, si bien en los tres casos sigue siendo agua.

NO DUALISMO-VEDANTA

Ahora llegamos al advaita, que nos parece la flor más limpia de la filosofía y la religión que haya producido cualquier país en cualquier época; el pensamiento humano logra aquí su expresión más elevada y va más allá incluso del misterio que parece tan impenetrable. Se trata del no-dualismo vedanta. Es demasiado abstruso, demasiado elevado para ser una religión de masas. Incluso en la India, su lugar de nacimiento, donde ha reinado con supremacía en los últimos tres mil años, no ha podido penetrar en las masas.