Independientemente del modelo que formase la base del Transurfing, sus principios siguen vigentes. En otras palabras, todos esos principios son invariables con respecto al modelo. Y su principio fundamental es que la emisión de tus pensamientos influye sobre la realidad que te rodea no sólo indirectamente, sino también de modo directo. La ciencia oficial aún se niega a reconocer este hecho, puesto que las pruebas experimentales dan resultados ambiguos. Pero nosotros tenemos que resolver nuestros problemas ahora, y no esperar hasta que los científicos nos den su palabra autorizada.
La dependencia consiste en que participas en una batalla impuesta. Pero tan pronto como despiertes en la vida real, pongas fin a la lucha contra ti mismo, contra el mundo y abandones el campo de batalla, ya nada podrá detenerte. La batalla sigue su curso, pero ya sin tu participación, y tú eres libre de irte adonde te dé la gana, y de elegir lo que te apetezca.
El mundo, como un espejo, refleja tu actitud hacia él. Cuando estás descontento con el mundo, te vuelve la espalda. Cuando luchas contra el mundo, él lucha contigo. Cuando dejas de luchar, el mundo sale a tu encuentro.
En el Transurfing hay muchas cosas increíbles, como la transacción, pero te invito, no a creer, sino a comprobar. Por supuesto, para comprobarlo son necesarios tu intención, cierto esfuerzo y paciencia, puesto que los resultados no se revelan enseguida. En la mayoría de los casos, la intención exterior trabaja lentamente y de modo imperceptible. Te resulta difícil creer en la existencia de esa fuerza misteriosa e invisible, que actúa sin que el ojo lo perciba, sobre todo si de momento solamente lees, sin intentar aplicar el Transurfing a la práctica.
Los errores que hayas cometido son tu capital. Si aceptas tal postura, te espera un éxito brillante. Todos los que han logrado el éxito han atravesado un bosque entero de fracasos. No en vano se dice que «un hombre escaldado vale por dos». Todas las personas prominentes, las que han logrado el éxito, tuvieron que pasar por todo tipo de dificultades. Solamente que ese lado de su vida permanece oculto. Así que, si has cometido un error grande y has fracasado, alégrate: estás en el camino hacia tu objetivo. Sin embargo, si empiezas a flagelarte, lamentarte y quejarte de la vida, los fracasos se repetirán una y otra vez. Toda la experiencia, inútil desde tu punto de vista, te servirá sin falta en la línea de la vida hacia tu objetivo.
La apatía se va cuando aparece una esperanza nueva. Cuando hay esperanza, se libera energía de la intención.
La esperanza es imprescindible para comenzar a actuar. Empieza a actuar y verás cómo las manzanas caerán al cielo. Cuando la esperanza acabe con su parte del trabajo, vendrá la comprensión de la libertad de elección. Es entonces cuando te dirás a ti mismo: no quiero y no espero: yo tengo intención.
La fe verdadera ya no es fe, es conocimiento. Si te ves obligado a convencerte, a persuadirte no importa cómo, por entusiasmo o por fuerza, eso significa que es una fe falsa. El conocimiento no se forma por convicción, sino por los hechos. Cuando tu mente se encuentra ante un hecho, lo sabes sin más. Una fe falsa se mantiene por el control de la mente. La mente, al estar en una habitación ilusoria del laberinto, vigila para que allí no se cuele ninguna duda. Si la mente quiere tener esperanzas, no desea oír nada más.
Hay que aprovechar la costumbre de la mente de tenerlo todo bajo control y ofrecerle un juego nuevo. La idea de ese juego es la siguiente: al surgir cualquier circunstancia desfavorable, despierta, valora conscientemente la importancia de lo ocurrido y cambia tu actitud. Tú mismo podrás persuadirte de que tal juego le gustará a tu mente. Ahora sabrás el principio general de la coordinación. Al guiarte por este principio, podrás obtener el mismo éxito en lo positivo, el que los negativistas obtienen en sus peores temores. Y suena así. Si te propones tener la intención de considerar el cambio de guion, aparentemente negativo, como algo positivo, todo será precisamente así.