Comunicar conscientemente

En las relaciones con los demás es donde mejor y más directamente podemos trabajar la apertura al Maestro que reside en el Corazón. De hecho, las relaciones auténticas alimentan su presencia. Lo que ocurre es que se trata de un tema que no se domina fácilmente. Cuando nos relacionamos con otras personas –cualquiera que sea el nivel de relación: personal o profesional, local o internacional–, siempre se reactivan los viejos mecanismos de supervivencia y memorias que contienen mucha carga emocional. Sin embargo, el planeta sólo se convertirá en un verdadero paraíso cuando se instauren en él relaciones humanas adecuadas, correctas. Una vez más, también en esto el secreto está en el Maestro del Corazón.

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Conocer los principios de la verdadera comunicación es fundamental para establecer relaciones correctas con los demás y poder sentirnos verdaderamente unidos cualesquiera que sean nuestras diferencias. En la actualidad pueden encontrarse muchos libros sobre el tema, y también cursos y talleres, un signo más de que la conciencia se está abriendo a nuevas posibilidades.

No hay que olvidar, sin embargo, que la comunicación verdadera y armoniosa se basa fundamentalmente en el dominio emocional y en la apertura al Maestro del Corazón. Sin esa base, las mejores técnicas del mundo sólo darán escaso resultado. En cambio, cuando la conciencia está a la altura de la gran inteligencia del Corazón, la comunicación es naturalmente correcta y los conflictos se resulten sin perdedor ni ganador, porque el principio de unidad preside todas las interacciones; el mismo principio de unidad que permite encontrar y aplicar las soluciones más originales y eficaces. Cuando los gobiernos del mundo funcionen a partir del Maestro que reside en el Corazón, los conflictos se resolverán de manera creativa y original, se encontrarán fácilmente soluciones y el mundo vivirá en paz respetando la diversidad…

Las condiciones y actitudes que acabamos de describir facilitan el estado de coherencia y el desplazamiento de la conciencia hacia un nivel más elevado. Las cualidades del Maestro del Corazón pueden así manifestarse de forma natural y espontánea, sin necesidad de justificación alguna.

También podemos facilitar el florecimiento de las cualidades del Corazón sin más que decidir, de modo consciente y voluntario, expresarlas y vivirlas en la vida cotidiana. Pero no se trata de hacerlo en el antiguo contexto de exhortaciones morales o disciplinas impuestas, no. Lo decidimos así porque hemos comprendido lo mucho que nos beneficia; y también, y sobre todo, porque sentimos interiormente una llamada del Corazón, una necesidad que procede de lo más profundo de nuestro ser. Estamos dispuestos, sin más. Lo decidimos libremente, con inteligencia y placer, favoreciendo así el pleno florecimiento de nuestras cualidades.

Por nuestra parte haremos todo lo posible para vivir las cualidades del Corazón sin forzar nada, de forma auténtica, sincera y sin juicio moral. No queremos recrear la dualidad del bien y el mal. Lo que queremos es cuidar las flores que están a punto de eclosionar en el jardín de nuestro Corazón, sencillamente.

Annie Marquier: El maestro del corazón, cap. 18-II