Descenso al infierno 2ª parte

¿”Pero cómo puede ser esto”? Exclamé.

“En verdad, no lo es”, me respondieron. “Concentra tu mente ahora en el recuerdo de la verdad. Aférrate sólo al pensamiento de nuestra Fuente”.

Pero impacientemente dije:”.

“¡Tenemos que hacer algo. Simplemente no podemos permitir que esto continúe! Tenemos que detener y erradicar este pensamiento de separación y todas sus consecuencias”.

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Estaba aterrada. Dolorosamente inicié un inventario mental y me di cuenta de que mediante el nacimiento de lo que llamamos consciencia yo percibía la dualidad, y este vino a ser el estado mental del grupo intermedio, el cual me incluía a mí. El miedo, el cual había experimentado como un estampido sónico, fue la primera emoción que sentí al creer que me había separado de mi Fuente, y negado la emoción del Cielo, que es el Amor. A esto le siguió la percepción de que aparentemente la unidad se había hecho añicos, y se había fragmentado convirtiéndose en muchas formas. Me aterroricé todavía más y no podía aceptar las afirmaciones de seguridad del grupo de Luz. La experiencia de culpa y de terror era demasiado fuerte. De pronto escuché de nuevo en mi mente torturada la risa despectiva del grupo sombrío. Volví mi atención hacia ellos  al decirme: “¿Cómo puedes escuchar lo que ellos te están diciendo? Sabes lo que estás experimentando. Ellos no lo comprenden. ¡Presta atención! Te mostraremos cuánto poder tenemos”.

Me volví hacia el grupo de Luz y, mientras sentís que me deslizaba hacia la obscuridad, les grité llena de desesperación:

“¿No ven lo que ellos van a hacer, cuáles son sus intenciones? ¿Cómo pueden quedarse ahí sin hacer nada? ¿Ni siquiera les importa? Lo que ellos están haciendo es imperdonable, y también es imperdonable que ustedes permitan que suceda”.

Con la calma del Cielo los seres de Luz me dijeron:

“No te opongas. No los hagas responsables ni creas lo que estás oyendo. Sabes que el Amor, nuestro verdadero estado, jamás se opone. El amor simplemente es y no puede tener opuestos. Lo que aparece como opuesto es irreal y, por lo tanto, es locura. No creas en lo que no existe”.

Frenéticamente miré en derredor  y vi que había otros, iguales a mí, que se sentían aterrados y perdidos. Mis pensamientos volaron hacia ellos puesto que su lamentable estado reforzaba en mío. Me volví nuevamente hacia el grupo de Luz suplicándoles:

“Por favor, únanse a nosotros. Detengamos todos juntos a los sombríos de manera que podamos huir de este estado de separación y retornar a nuestra Fuente y Creador.

La amorosa y autoritaria Voz de ellos respondió:

“Considera esto: Al oponerte a estos pensamientos te estás separando de la Filiación y entonces harás la separación real en tu mente, sin mencionar tu propia culpa por primero haber estado interesado en estos pensamientos. Al otorgarles este poder, creerás que tu demencia tiene ahora la posibilidad de lograrse. Si estos pensamientos verdaderamente no tuviesen realidad alguna para ti, no te molestarías en oponerte a ellos. Al hacerlos reales en tu mente, no podrás evitar el volverte parte de lo que inevitablemente será su consecuencia. Recuerda que eres uno con nuestra Fuente, y que todo lo que El tiene es tuyo”.

Sopesé estos pensamientos y traté de lograr claridad interior mientras el caos me rodeaba y me sumergía, lanzándome hacia un vórtice de terror y de odio de mí mismo. Era consciente de que otros se iban a pique conmigo en este espiral de miedo y de culpa, y en este vacío de obscuridad llamaba frenéticamente a aquellos que se hallaban tan perplejos como yo:

“Unámonos. Sabemos que el grupo de Luz no nos ayudará, por razones que no están claras para mí. Debemos actuar por nuestra cuenta. Juntos nos opondremos a los componentes sombríos, evitaremos sus malvados designios en contra del Reino y de nuestro Creador. Podemos derrotar a los sombríos a nuestro modo”.

Y así todo estaba listo para la guerra. Me uní con otros componentes y juntos condujimos las fuerzas de este grupo intermedio que quería retornar a aquella prístina quietud del Cielo. Aún no tenía consciencia de que al volverle mi espalda al mensaje de los Seres de Luz yo misma había caído en la trampa, y también aquellos que me seguían, hacia una irrealidad que era una negación del verdadero Dios y un descenso mayor aún hacia el infierno.

Despierta del sueño-Gloria y Kenneth Wapnick