El amor, el sexo y la vida religiosa

Todas las religiones nos han dicho que debemos negar el sexo, reprimirlo, porque según ellas es un desperdicio de energía y uno debe tener energía para encontrar a Dios. Pero esta clase de austeridad, de dura represión y ajuste a una norma, ejerce una violencia brutal sobre todos nuestros más finos instintos. Este tipo de cruel austeridad es un desperdicio de energía mayor que el de la indulgencia en el sexo.

¿Por qué ha convertido usted el sexo en un problema? En realidad no importa en absoluto si se acuesta o no se acuesta con alguien. Siga con ello o déjelo, pero no lo convierta en un problema. El problema surge de esta constante preocupación. Lo que realmente interesa no es si nos acostamos con alguien o no, sino por qué tenemos todos estos fragmentos en nuestras vidas. En un agitado rincón está el sexo con todas sus preocupaciones; en otro rincón hay una clase diferente de agitación; en otro, un esforzarse tras esto o aquello, y en cada rincón está el continuo parloteo de la mente. ¡Hay tantos modos en que la energía se desperdicia!

El amor, el sexo y la vida religiosa

Si un rincón de mi vida está en desorden, entonces toda mi vida es desordenada. Si en mi vida hay desorden con relación al sexo, entonces el resto de esa vida se halla en desorden. De modo que no debo preguntar cómo puedo poner en orden un rincón, sino por qué he dividido la vida en tantos fragmentos diferentes, fragmentos que llevan el desorden dentro de sí mismos y que se contradicen el uno al otro. ¿Qué puedo hacer cuando veo tantos fragmentos? ¿Cómo puedo habérmelas con todos ellos? Tengo estos fragmentos porque no soy íntegro internamente. Si investigo todo esto sin dar origen a otro fragmento más, si penetro hasta el final mismo de cada fragmento, entonces en esa percepción que es el mirar, no hay fragmentación alguna. Cada fragmento es un placer separado; yo debería preguntarme si voy a permanecer toda mi vida en algún pequeño y sórdido rincón de placer. Examine usted la esclavitud que implica cada placer, cada fragmento, y dígase a sí mismo: “Dios mío, soy un esclavo que depende de todos estos pequeños rincones… ¿Es todo lo que hay en mi vida?” Permanezca con ello y vea qué ocurre.

La soledad, la monotonía, la desdicha que siente sin la persona a la que ama, existían antes de que se enamorara. Lo que usted llama amor es simplemente un estímulo, una manera de encubrir temporalmente su propio vacío. Usted escapaba de su soledad a través de una persona utilizándola para encubrir esa soledad. Su problema no es esta relación sino más bien su propio vacío. Escapar es muy peligroso porque, igual que una droga, el escape oculta el verdadero problema. Es debido a que no tiene usted amor dentro de sí, que busca continuamente el amor que pueda llenarlo desde afuera. Esta falta de amor es su soledad, y cuando vea la verdad de esto ya nunca tratará de llenar esa falta de amor con cosas y personas de afuera.

Hay una diferencia entre comprender la futilidad de este escape y el decidir no complicarse en esta clase de relación. Una decisión no es buena porque fortalece aquello contra lo cual usted toma la decisión. La comprensión es por completo diferente. La decisión es represión, violencia, conflicto; pero ver que existe esta soledad, este vacío dentro de usted y que cualquier acción de parte del observador a fin de cambiar esa soledad no hace otra cosa que reforzarla, ver eso es comprensión. Aun el hecho de llamarla soledad, es una acción del observador para librarse de ella. Una acción así no cambia nada, sólo fortalece la soledad. Pero la completa inacción con respecto a esta soledad es el cambio. Implica ir más allá del sentimiento y el pensamiento sin tocarlos siquiera. Despréndase de cualquier cosa que esté ocurriendo dentro de usted ‑ira, depresión, celos o cualquier otro conflicto-. Póngale fin.

¿No puede usted enamorarse sin tener una relación posesiva? ¿No pueden dos personas estar enamoradas y ser ambas tan inteligentes y sensibles que haya libertad y ausencia de un centro que engendre conflicto?

No hay conflicto en el sentimiento de estar enamorado. Ese sentimiento carece por completo de conflicto. Tampoco hay en él pérdida de energía. La pérdida de energía está en todo lo que sigue, en los celos, el afán posesivo, las sospechas, las dudas, el miedo de perder ese amor, la constante exigencia de garantía y seguridad. Ciertamente, es posible funcionar en la relación sexual con alguien a quien usted ama sin la pesadilla que generalmente sigue. Por supuesto que es posible.

Jiddu Krishnamurti, Encuentro Con La Vida

 

 

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