EL CAMINO  HACIA SÍ MISMO

Esta frase siempre me ha conmovido de manera especial. Quizás porque, en definitiva  nos recuerda que nos estamos trasladando desde el mundo del sueño y la ilusión al mundo de la Realidad. Es querer agarrar con las manos el agua de una fuente. Se nos escapa por mucho que queramos apresarla, por ello el proceso que emprende un buscador es osado, valiente y sin final establecido.

Al principio, la búsqueda ocurre fuera, al exterior del buscador. Los sentidos, aunque llenos de anhelo por la verdad, nos guían y subyugan dejando que sean ellos el primer maestro que encontramos. Pronto descubrimos lo efímero de esta búsqueda ya que cambia tanto, que llega el momento donde nos sentimos perdidos e inseguros. Buscamos maestros, meditaciones, grupos etc. etc. Y al principio  nos llenan de ilusión al creer que elegimos por fin el camino correcto que nos llevará a casa. Pronto descubrimos que son caminos que llevan la señal de “calle cortada”. No llevan a ningún sitio. No hay que desdeñar el hecho indiscutible de que cumplen una gran la misión: desenmascarar la realidad de este mundo.

Después de recorrer muchas posibilidades, nos percatamos con sorpresa  que  estas experiencias nos trasladan  del mundo de lo creado o creación, al mundo del Creador. Toda esta experiencia nos dirige hacia el centro, el corazón. Nada de afuera nos puede ayudar a volver a casa, si no es atravesando las puertas de nuestro corazón, nuestro sí mismo. Es ahí donde empieza el verdadero camino, viajar dentro de uno miso, observándose, examinando las reacciones propias, y viendo como estas actúan en uno mismo.

Según la orden sufí Naqshbandi “Hay dos tipos de recogimiento. Uno es el externo en el que cual peregrino, alejado de la gente, medita en su cubículo hasta que contacta con el mundo espiritual. Se llega a este resultado porque los sentidos externos se retraen y los sentidos internos se abren a la percepción de los signos del mundo espiritual.

El segundo tipo de recogimiento es el interno o esotérico, donde el caminante espiritual atestigua internamente los secretos de lo Real mientras externamente está rodeado de gente. Externamente estar con gente, internamente con Dios.

En todas las actividades externas permanece libremente. Aprende a no identificarse con nada ni con nadie. El buscador espiritual está simultáneamente con su Señor y con la gente. Como dijo el Profeta – yo tengo dos aspectos: uno mira a mi Creador y el otro mira a la creación-“

Para mí, lo importante es poder ensamblar, hacer uno ambos caminos ya que en todo está Dios, simplemente hemos de ser conscientes de este hecho. En la simple labor de cada día, en nuestras relaciones con los demás y con nosotros mismos, hallar ese estado de plenitud que todo lo engloba, que todo abraza es la ambrosía de la humildad puesto que nos olvidamos de nuestro interés para penetrar en el interés y esencia de todo lo creado. La vida deja de tener ese dramatismo que le otorgamos, no digo que no haya sufrimiento y drama en el vivir, pero por otra parte se nos da la posibilidad de encontrar el punto de apoyo fuera de este mundo, donde la tierra movediza impera, de manera que acaba asfixiándonos si no buscamos bien donde apoyar los pies.

El punto de anclaje es el sostén que nos salva de este peligro, ¿Dónde se encuentra ese punto de anclaje? En el corazón. No es la intelectualidad, o el simple conocimiento, es el nuevo pensar que brota del corazón. Ese es el lugar donde yo pondría mis pies y mi alma.

Encarna Penalba