El gran viaje de la vida

La vida es el gran viaje de nuestro Ello hacia el descubrimien­to de los tres mundos inferiores. Hemos visto con anteriori­dad que es necesario un vehículo hecho de la materia de los tres mundos. En principio, nuestro vehículo (cuerpo físico, emocional y mental) está más o menos en orden. Compa­rémoslo a un automóvil.

Este gran viaje de la vida es una experiencia maravillosa cuando nuestro coche funciona bien (es decir cuando la per­sonalidad está en armonía con el Ello). Algunos de nuestros artistas y místicos, con grandes arrebatos líricos, nos descri­ben la embriaguez e incluso el éxtasis alcanzado en este viaje cuando todo marcha bien. Estos testimonios nos inspiran o sugieren para buscar este estado, y esto no está mal.

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En el transcurso de este capítulo y del siguiente, vamos a tomar conciencia efectivamente de cierto mecanismo del pensa­miento que hace muy dura nuestra vida y la de los otros. En otras palabras, nos paramos momentáneamente al borde del camino, porque hemos observado que nuestro coche no fun­cionaba tan bien como quisiéramos.

Este momento de parada es ciertamente menos intere­sante que los momentos en los que todo va bien y en los que circulamos maravillosamente dispuestos a descubrir nuevos paisajes. Sin embargo, esta parada es indispensable si queremos continuar en paz el viaje de nuestra vida, de dicha y satisfacción.

Entonces, en la carretera, seremos más mecánicos que poetas, y psicológicamente más pegados a la tierra que al cie­lo. Pero vale la pena hacer este trabajo de conciencia, al fin poco complicado, y partir de nuevo con un vehículo en condiciones, que quedarse sentado al borde del camino soñando con nuestra vida en lugar de vivirla en realidad, mirando pasar a los demás y fingiendo que todo va bien cuando lo cierto es que nos morimos de pena, llenos de frustración y de rabia, sin poder avanzar un paso más.

Sin embargo, antes de pronunciarnos sobre el estado del motor, es decir, de cierto comportamiento de la naturaleza humana, nos gustaría recordar que, incluso si hablamos de ese estado de una forma clara, directa y sin artificios, su origen proviene de la compasión y del reconocimiento del deseo fundamental de la libertad que residen en el interior del ser humano. Su objetivo es el de tomar conciencia de liberación. Podremos añadir un poco de humor de pasada, si encontramos el asunto algo pesado, pero debemos recordar que noso­tros no somos nuestro mecanismo.

El estado de ánimo de víctima, que es el mecanismo men­tal-emocional que vamos a examinar, con todas las variantes, es una de las fuentes principales de la negatividad que conta­mina actualmente todos los niveles del planeta. Sin embargo, una parte de la humanidad ya está dispuesta a funcionar hoy sobre otras bases. Nuestro objetivo es ayudar a cada uno a li­berarse de las cadenas que le impiden expresar su Ser real y profundo, que está formado por sabiduría, belleza y amor, aprendiendo a encontrar realmente la felicidad y la libertad.

Es importante tener en la mente, que el estado de ánimo de víctima, que definiremos con más precisión más adelante, no es más que un estado de ánimo que acarrea ciertas consecuencias. No es la personaen su esencia. En ciertos momentos nuestra conciencia está dominada por este estado de ánimo: entonces obramos y experimentamos la vida influidos por él. Pero en otros momentos ciertas energías diferentes pueden dirigir nuestra vida; y una en particular, la energía del Ello. Así pues, es importante no ponerse, o poner a los demás una etiqueta definitiva de «víctima». Porque nadie en realidad es víctima. Éste es sólo un estado de ánimo pasajero que puede durar, a pesar de todo, una vida entera, si la identificación es muy fuerte, pero del que todos podemos, más tarde o más tem­prano liberarnos completamente.

Proponemos otra forma de funcionar, con el fin de poder reconocer este estado en nosotros y así ser capaces de deshacernos más fácilmente de él. Hemos observado estos re­sultados a través de nuestra experiencia y la de muchas otras personas. Y hemos encontrado que este trabajo resulta vá­lido, liberador, generador de paz, amor, poder y libertad. ¡Una pieza de recambio completamente nueva que durará mucho tiempo!

Vamos a examinar pues, con cuidado, la estructura mental correspondiente al estado de ánimo de víctima, puesto que parece ser la fuente de muchos problemas. Esta estructu­ra se apoya sobre un sistema de creencias integrado con tal fuerza en la conciencia colectiva que con frecuencia es muy difícil darse cuenta de que se trata de una creencia. En gene­ral, la mayor parte de las personas consideran que es la reali­dad, que el mundo es así realmente. Todo el mundo está su­mergido en ese sistema desde la infancia, todo el mundo alimenta esta percepción de manera más o menos intensa o traumática, más o menos intelectual o emocional, según los casos. Pero el sistema de base y el color del filtro mental que resulta son los mismos. Cada uno verifica, diariamente, que ese sistema es la realidad, y lo cree con firmeza suficiente, puesto que así funciona el sistema mental humano cuando seda la identificación.

Aplicando lo que hemos visto precedentemente, vamos a examinar esta forma de percibir las cosas. No buscaremos sa­ber si la realidad es así. Efectivamente es así, en lo que con­cierne a la experiencia, para el que la percibe así. Vamos a examinar más bien lo que este sistema de creencias implica en tanto que surgen consecuencias sobre la calidad de la expe­riencia vital, a fin de poder evaluar claramente si este sistema de pensamiento, de contexto, produce felicidad y armonía en nosotros y en nuestro entorno. Así podremos elegir cons­ciente y libremente entre adoptarlo o rechazarlo.

Annie Marquier: El poder de elegir, cap. III