El hombre es una máquina complicadísima

El hombre es una máquina complicadísima y puede estudiarse en divisiones. En el lenguaje corriente, no usamos estas divisiones y así las personas no se entienden entre sí.

Cada hombre consiste en cuatro hombres, cada uno viviendo su propia vida en el mismo hombre, con sus propias asociaciones, sus gustos y rechazos. Luego les mostré la división en diferentes «yoes». Esta es una división utilísima: el hombre no es uno solo, es plural, es una muchedumbre, consistente en personas que no se conocen entre sí y que luchan entre sí. Esta división en muchos «yoes» fue suplementada por los diferentes roles que el hombre representa en diferentes circunstancias. Luego estuvo la división entre el conocimiento y el ser: lo que el hombre sabe y lo que es. Asimismo, les he dado la división del hombre en siete categorías: el hombre nº 1, nº 2, nº 3, nº 4, nº 5, nº 6 y nº 7.

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Ahora llegamos a otra división muy distinta, no paralela con ninguna de las otras: la división en esencia y personalidad. La esencia es lo que nace con ustedes, la personalidad es lo que adquieren. La esencia es de ustedes, la personalidad no es de ustedes. Toda la vida interior del hombre, todas sus percepciones y reacciones se dividen en esas dos partes. Hay ciertas cosas que nacen con ustedes, como ciertos rasgos físicos, estado de salud, ciertas clases de predisposiciones, inclinaciones, tendencias, etc. Pertenecen a la esencia. La personalidad es lo que adquieren en el curso de su vida: criterios, opiniones, palabras. Es más fácil entender la diferencia entre esencia y personalidad si encuentran algunos ejemplos. Aunque las dos se mezclan siempre en la vida, es más fácil distinguir la personalidad y la esencia en otras personas que en uno mismo, porque la personalidad cambia muy a menudo con el cambio de las  condiciones,  pero  la  esencia  permanece  la  misma.  Esta  división  es  importantísimo entenderla, porque muchas cosas de las que hablamos acerca del hombre se refieren a la esencia, mientras otras se refieren a la personalidad.

La personalidad es demasiado pesada, demasiado fuerte; rodea a la esencia como una concha, de modo que nada puede alcanzarla directamente, todo ha de pasar a través de la personalidad. La esencia no puede crecer en estas condiciones, pero si la personalidad se torna más transparente, las impresiones y las influencias externas penetrarán a través de ella y alcanzarán a la esencia, y entonces la esencia empezará a crecer.

Antes de destruir la concha de la personalidad, o de romperla, es necesario preparar otras defensas. Si por alguna razón esta concha se cae, la gente se halla sin defensa alguna contra muchas dificilísimas influencias; si usted la debilita, estará bajo muchas influencias que antes no podrían alcanzarlo a usted, de modo que tendrá incluso menos control del que tiene ahora. Pero hay muchas cosas que podríamos controlar y ahora no controlamos.

En la vida corriente ni siquiera conocemos la existencia de estos dos principios. En el estudio de sí se habla de esta división, pero la esencia y la personalidad están tan mezcladas que, durante largo tiempo, esta división sigue siendo teórica, pues es imposible decir cuál es cuál mediante observación, salvo en casos extremos. Luego, cuando uno trabaja, gradualmente empieza a ver que una cosa está más arraigada, que tiene mayor profundidad, y la otra menos. De este modo, poco a poco, uno puede ver la esencia. Todas las cualidades permanentes o más permanentes deben depender de la esencia. Cuando la personalidad es educada y se torna menos pesada, muchas cualidades se introducen en la esencia y se vuelven permanentes. He aquí como la esencia se desarrolla. En la personalidad, las cosas brotan y desaparecen, pero lo que penetra en la esencia, permanece.

P. D. Ouspensky: El cuarto camino, cap. IV