¿Qué se siente al experimentar una disolución repentina de todas las cosas?

La respuesta más directa e inmediata es: ¿quién quiere saberlo? Pero veámoslo del siguiente modo. Sería lo mismo que estar en sueño profundo. Todo el mundo sabe lo que es el estado de sueño profundo, pero cuando se le pide a alguien que lo describa, ¿qué puede decir?

La importancia de esta pregunta, en realidad, no es la pregunta en sí, sino que el «yo» quiere saber cómo es. El hecho, como tal no se acepta. Siempre está la pregunta: «¿Quién?». Por ejemplo, la palabra accidente significa algo que sucede sin premeditación, sin causa. Sin embargo, siempre preguntamos quién provocó el accidente. La mente siempre quiere saber quién es el responsable. Esta pregunta del quién es la esencia de todos los problemas humanos. Si se acepta el hecho y se acepta que el instrumento a través del cual ha sucedido no es importante, la transformación de la personalidad a la impersonalidad, de la individualidad a lo universal es mucho más sencilla.

Hay una historia de un maestro que lee en voz alta un hermoso texto budista a sus discípulos. Al final de la historia de pronto surge la pregunta: «¿Quién lo escribió?». El maestro responde: «Si os dijera que fue el Buda, cada mañana lo adoraríais con flores. Si os dijera que lo escribió un patriarca, lo seguiríais venerando o adorando como si lo hubiera escrito el Buda. Si os dijera que ha sido uno de los monjes, no sabríais cómo aceptar esa información. Y si os dijera que lo ha escrito el cocinero, os reiríais de mí».

En realidad, el «quién» no importa. Ves un cuadro hermoso y de pronto preguntas: «¿Quién lo ha pintado?». No se acepta que lo que importa es el hecho. Para que haya acciones, se han creado los instrumentos, los «quienes». Estos «quienes» no son más que instrumentos a través de los cuales suceden las cosas. Siempre he creído que el modo más fácil de entender esto sería aceptar el mundo entero, todo el funcionamiento de la Totalidad, como la obra de un novelista. Ciertas acciones son creadas a través de ciertos organismos. Esas acciones tienen resultados, efectos. De modo que el novelista crea personajes nuevos para que las acciones puedan seguir teniendo lugar. Las acciones no son creadas para los instrumentos, para los organismos. Los organismos son creados con ciertas características para que puedan tener lugar ciertas acciones a través de ellos. Cuando este entendimiento se convierte en la base del vivir cotidiano, se puede decir que todo lo que hagas será apropiado.

Cuando Cristo dijo que no debíamos tener ningún temor por el mañana, no estaba sugiriendo que fuéramos irresponsables. La falta de temor por el mañana, se ha de combinar con ganarse el pan con el sudor de la frente. Combina ambas cosas y obtendrás el mantra para una hermosa vida natural. Es la ansiedad por el mañana la que nos crea tensiones. Nuestra vida cotidiana está llena de tensiones. Qué cierta es la ironía: «He tenido una vida terrible. ¡Dios mío gracias por que la mayor parte de ella nunca ha sucedido!».

Lo más importante de la Bhagavad Gita llega cuando Krishna le dice a Arjuna: «Se te ha adjudicado cierto papel en este sueño. Has de interpretarlo sin temor alguno por las consecuencias. Lo único que puedes hacer es interpretar tu papel lo mejor que puedas. Las consecuencias no están en tus manos».

Si entienden este sencillo mensaje, no es necesario que hagan nada más. Si tienen el entendimiento de que el cambio es la esencia de la vida, de que los opuestos son polaridades interconectadas y reconciliables sobre las que hemos de tomar una determinación. Entonces la mente pensante no interrumpe ni obstaculiza el trabajo de la mente funcional y esta última no tiene obstáculos para concentrarse en lo que está haciendo.

Cuando se produce esta comprensión, tu trabajo diario cunde mucho más, en mucho menos tiempo, sin experimentar apenas tensión y eso no es una excepción, sino la regla.

«¿Qué es lo que conseguiré?», se pregunta el «yo». Si esperas algo, no consigues nada. Sin esperar nada y con este entendimiento, la expectativa se disuelve, el entendimiento ejerce su magia y actúa de forma misteriosa. La mente funcional trabaja sin la opresión de la mente pensante. El trabajo se hace con mayor rapidez, eficiencia y sin tensión. Por ende, hay un beneficio.

El entendimiento y la vida no están separados. El entendimiento aporta un cambio definido en nuestra vida y en el vivir, y ese cambio es tan natural y espontáneo, que con frecuencia no nos damos cuenta del mismo. Curiosamente, ese cambio sólo lo reconocerán los demás. Puesto que actúas con naturalidad, con normalidad, pero lo más esencial es que no esperas ningún cambio. Por consiguiente, éste se produce. El cambio se produce y los demás se dan cuenta. ¿Cómo lo sabes? Sigues haciendo lo que hacías antes, pero sin ansiedad ni deseo. De alguna manera, eso se transmite a las personas con las que estás en contacto. La gente dice: «Ha habido algún cambio en John». El cambio es que ya no tiene ansiedad por complacer a alguien, ni por que el mundo le satisfaga. Descubre que la gente se le acerca, para hablarle libremente de sus problemas, para pedirle consejo y puesto que no está contaminado por el interés personal, ese consejo suele ser abierto. Rara vez será consejo. De hecho, más bien supondrá analizar el problema. Él mismo no se dará cuenta de por qué aumenta su popularidad. El hecho evidente es que esa popularidad ha llegado por la sencilla razón de que no quería ser popular. Seguirá con su vida normal.

De modo que el entendimiento sí tiene un efecto, un efecto muy positivo, no sólo en nuestra salud física y mental, sino en la de quienes nos rodean. Pero ¡existe un peligro! Si la comprensión no es lo bastante profunda, a este considerado sabio dentro de un grupo se le pueden subir los humos. Si el «sabio» quiere continuar siendo el sabio, perderá la espontaneidad y no tardará en ponerse al descubierto.

¿Por qué estamos hoy aquí?

Es evidente, que todos están buscando algo. ¿Qué es lo que están buscando? Lo que ustedes buscan no es algo que se pueda ver, oír, oler, degustar o tocar. Eso significa que lo que ustedes buscan no es un objeto. Entonces lo que se busca no es un objeto. ¿Quién busca? Eso que busca ha de ser el sujeto. El sujeto busca un objeto y eso que ustedes buscan creen que es un objeto. Pero ¿qué es lo que están buscando? Eso que buscan es básicamente un objeto. Cuando ustedes piensan que están buscando, ¿qué es lo que creen que están buscando? Pensamos en términos de un «yo» que busca, pero eso que en realidad busca es un organismo cuerpo-mente, un aparato que busca y que se autodenomina «yo». Algo se identifica con un organismo cuerpo-mente, y dice: «Estoy buscando». Ese algo es la Consciencia. De modo que eso que ustedes creen que está buscando, en realidad no es más que un objeto, un objeto que forma parte de la totalidad de la manifestación.

No hay diferencia entre ningún objeto en esta manifestación. Todos los objetos no son más que meras apariciones en la Consciencia. Lo que ustedes creen que es el sujeto, es decir, «ustedes mismos», en realidad, es un objeto percibido por otro objeto que se considera el sujeto. Otra persona te ve. Para ella, ella es el sujeto y tú el objeto. Pero, básicamente, tanto el observador como lo observado son objetos.

¿Qué es esta paradoja? ¿Quién busca qué? La única respuesta satisfactoria es que la Consciencia se busca a sí misma. El Sujeto se busca a sí mismo. La Consciencia se ha identificado con cada organismo humano individual, luego se autodenomina «yo». El «yo» no es más que un concepto. La Consciencia impersonal se ha identificado como consciencia personal. La consciencia personal es la que busca el origen, la Consciencia Universal. La Consciencia como sujeto, se busca a sí misma.

Es este peculiar juego que la filosofía hinduista denomina lila. No hay explicación para el mismo. Los místicos siempre han dicho que esta manifestación es una aparición en la Consciencia, percibida por la Consciencia y que todo el proceso de la manifestación es impersonal. Hoy en día, los científicos dicen que toda la manifestación es un proceso autogenerado, es decir que se sucede por sí mismo. Este proceso impersonal es la búsqueda con la que nos identificamos. Creemos que «yo estoy buscando algo», en el sentido de que es el «yo» el que busca algo. Entonces, la búsqueda se convierte en un gran sufrimiento.

¿Por qué razón se considera el individuo un sujeto independiente?

Este aspecto, que todo es Consciencia y que toda la manifestación no es más que una aparición en la Consciencia es inteligible al menos para el intelecto, pero no aceptable. Eso se debe a que es un cuerpo sólido.

Correcto, entonces ¿cómo puedo considerarlo como una mera aparición?

La identificación con el cuerpo es tan completa que nos confiere un sentido de identidad separada. Ahora bien, esta identidad separada es sólo un concepto, un concepto basado en que el cuerpo individual aparece en estado sólido. ¿Es el cuerpo realmente sólido? Los místicos siempre han dicho que el cuerpo es una mera aparición, que es vacuidad. Pero actualmente, los científicos han llegado a la conclusión de que el cuerpo no es más que una vibración de energía con un patrón particular. Las células se están destruyendo y creando constantemente, la energía continúa, pero esa energía, en esencia, carece de sustancia.

No se le puede echar la culpa a nadie. Todo es Consciencia. Por consiguiente, ¿quién ha creado todos estos «yoes», a los miles de millones de «yoes», a los miles de millones de egos? ¡Quién sino la Consciencia, identificándose con cada mecanismo cuerpo-mente individual! Por lo tanto, hay miles de millones de «yoes» peleándose y deseando odiarse los unos a los otros, que es de lo que se trata este lila.

No pudimos elegir a nuestros padres, ni nuestro entorno. Nacemos en un lugar, con unos padres, con características inherentes muy definidas. Nosotros no actuamos. El mecanismo cuerpo-mente no hace más que reaccionar a un acontecimiento o pensamiento exterior. Cada organismo cuerpo-mente sólo puede reaccionar de acuerdo con sus propias características inherentes. Ésta es la razón por la que un mismo acontecimiento produce diferentes tipos de reacciones en diferentes organismos. No es algo que se pueda elegir. Cada organismo reacciona según las características inherentes con las que ha sido creado. Cada organismo individual es concebido y creado con ciertas peculiaridades, de modo que se producirán ciertas acciones a través de ese organismo. Estas acciones forman parte del funcionamiento impersonal de la Totalidad. Ésta es la razón por la que no podemos ser responsables. No somos más que instrumentos a través de los cuales se produce la acción, de manera impersonal. Somos meros instrumentos para el funcionamiento de la Consciencia.

Fuente: Ramesh Balsekar. Habla la Consciencia (Kairós, 2004)