Formación de la mentalidad

En la cabeza de la mayoría de las personas, por costumbre, se arremolinan constantemente pensamientos cualesquiera. Si este proceso no está bajo control, predominan frecuentemente las emociones negativas. En mayor grado nos preocupa lo que nos asusta, inquieta, molesta, oprime o causa disgusto. Así, a lo largo de miles de años, bajo la influencia de los péndulos destructivos, que mantienen al hombre amilanado para manipularle con éxito, iba formándose la mentalidad del ser humano. Exactamente por esa razón, las personas no tienen nada claro qué es lo que en realidad quieren, pero saben perfectamente qué es lo que no desean.

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Dar rienda suelta al molino de pensamientos negativos significa entrar en juego con el péndulo destructivo y emitir energía en la frecuencia de éste. Es una costumbre muy desventajosa. Te conviene reemplazarla por la otra costumbre: controlar tus pensamientos de modo consciente. Cada vez que tu mente no esté ocupada con algo en especial, por ejemplo, cuando estés en un trasporte público, de paseo o haciendo un trabajo que no requiera mayor atención, pon en marcha los pensamientos positivos. No pienses en lo que no pudiste conseguir; piensa en lo que quieres alcanzar y lo tendrás.

No es suficiente que no dejes entrar en ti la energía negativa. Es necesario que tampoco la emitas.

Si agradeces ahora todo lo que tienes, si sientes amor por todo lo que te rodea y te ayuda a vivir, emites energía positiva. Entonces, si quieres, podrás contar por completo con que tus circunstancias mejoren.

La conclusión de todo eso es muy simple y comprensible: siempre estás en aquellas líneas de la vida a cuyos parámetros satisface tu emisión energética. Si dejas que entre en ti la energía negativa, tendrás disgustos en tu vida. Emites energía negativa y ésta volverá a ti como un bumerán, bajo la forma de nuevos problemas.

Vadim Zeland: El espacio de las variantes, cap. 3