Inspiración

La inspiración, en general, es una cosa maravillosa. Pero sólo que está rodeada por una aureola de misterio e incomprensibilidad. Se considera que la inspiración es muy difícil de convocar; siempre aparece espontánea e inesperadamente, como si fuera una musa que entrara por casualidad, atraída por la luz. Luego esta musa puede marcharse volando, tan de repente como vino, y no volver durante mucho tiempo.

El sufrido espera fatigosamente la próxima visita de esta dama, pero no logra atraerla.

Inspiración

Además, quién sabe cómo se hace. En realidad, todo es más simple de lo que parece. Inspiración es el estado de la unión del alma y la mente con ausencia del potencial de la importancia. La primera parte de la definición es fácil de comprender. Inspiración es el estado de entusiasmo del alma en que proceso de creación fluye de manera ligera, simple y, lo más importante, con éxito. Es totalmente evidente que esto puede tener lugar sólo a la condición de que haya unión del alma y la mente. Nunca experi­mentarás inspiración haciendo un trabajo que no te gusta.

Realizando tu propio objetivo, sin duda conseguirás la unidad del alma y la mente, lo que te servirá de primera e imprescindible condición para la inspiración. Sin embargo, esta condición no es suficiente. ¿Por qué la inspiración aparece de repente y luego desaparece en alguna parte? ¿Puede que eso esté relacionado con la fatiga? Pero en estado de inspiración es posible trabajar muchas horas sin cansarse.

La segunda parte de la definición te ayuda a comprender de dónde viene la inspiración y dónde desaparece. Tal vez ya estás captando de qué se trata. La cuestión es que la inspiración no aparece, simplemente se libera cuando cae el potencial de la importancia. ¿En qué consiste esta importancia? En primer lugar, en tu anhelo de conseguir el objetivo y, en segundo lugar, en la pretensión insistente de obtener inspiración.

Al desear lograr el objetivo, no lo lograrás, como te dicho muchas veces. El deseo fatigoso de obtener el objetivo levanta, en vez del viento de la intención exterior, un torbellino de fuerzas equilibrantes, que espantan rápidamente a todas tus hadas buenas y musas. El deseo de despertar a la inspiración es de la misma naturaleza. Cualquier preparación y posterior espera de la inspiración crean el potencial excesivo de la importancia.

La inspiración no viene, sino que sólo se libera cuando se va el potencial de la importancia. Y al contrario, la inspiración se reprime cuando la mente, en su impaciencia, mete el alma en la funda de espera. La nociva costumbre de la mente de someter todo al control de su voluntad estropea toda la fiesta.

Primero, renuncia al deseo de conseguir el objetivo. Si es tu objetivo, no desaparecerá de ningún modo para irse a ninguna parte. Tarde o temprano lo conseguirás. Sólo la decisión de tener, con total ausencia de presión y firmeza por tu parte juega un papel importante. Tranquilamente y sin insistir, tomas lo tuyo como si se tratara de recoger la correspondencia del buzón. La intención interior sólo debe mover tus pies mientras vas hacia este buzón.

Segundo, renuncia a cualquier preparación para el «misterio». Cualquier preparación para la inspiración, sea cual sea, implica creación de potencial excesivo. Te preparas, lo cual significa que quieres atraer aquello que no tienes. Cuánto más escrupulosa sea la realización del rito preparativo, peor será el resultado. Recuerda: seguramente has vivido ya algunas situaciones en las que te preparabas muy concienzudamente para algún acto, acontecimiento, encuentro. Al final, nada te resultaba, los planes se desbarataban, el encuentro se suspendía. Si las fuerzas equilibrantes son capaces de desordenar la interacción de los objetos materiales, pues a la inspiración, apenas perceptible, ni qué decir tiene que la quitarán muy fácilmente de un soplo, como a una plumilla ligera.

Tercero, renuncia a esperar la inspiración. La característica de la inspiración es que ella aparece cuando no la esperas, ¿verdad? Entonces ¿para qué esperarla eliminando de este modo la propia condición de su aparición?

Y bien, supongamos que has cumplido con esas tres condiciones. Resumiendo, ¿qué es lo que quedó de tu intención interior? Sólo la decisión de mover los pies, es decir, de actuar. Simplemente, pon manos a la obra. Sin inspiración. Es cuando ella aparecerá. La inspiración se liberará durante el proceso de trabajo. No podrás disipar del todo el potencial del deseo y la espera hasta que no empieces a actuar, no importa cómo lo hagas, bien o mal. Como sabes, la intención en acción disipa el potencial excesivo. Como resultado tenemos la siguiente imagen. Pones la mesa para ti mismo, enciendes las velas para ti, te pones cómodo y empiezas a tomar el té a tu gusto, sin esperar a nadie. Puedes estar seguro de que la caprichosa musa se sentirá molesta por tal indiferencia. ¿Cómo es que te has olvidado de ella? Enseguida aparecerá y se reunirá contigo. Y ése es todo el secreto.

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