Intención exterior

La intención es la simultaneidad del deseo y la acción. Todos conocemos la sensación de la intención de hacer algo por los esfuerzos propios: es la intención interior. Más difícil es propagar la acción de la intención al mundo exterior.

Eso es la intención exterior. Con su ayuda podrás regir el mundo. Para ser más exacto, serás capaz de elegir el modo en el que quieres que se comporte el mundo circundante, definir el guión y los decorados.

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La idea de la intención exterior está inseparablemente relacionada con el modelo de las variantes. Normalmente se atribuye a la magia o los fenómenos paranormales aquellas manipulaciones del tiempo, espacio y materia que no admiten ninguna explicación lógica. Pues precisamente estos fenómenos nos demuestran el funcionamiento de la intención exterior: la intención exterior está dirigida al proceso de elección de la línea de la vida en el espacio de las variantes.

He aquí un lápiz sobre la mesa. Con la fuerza de la intención imaginas que el lápiz empieza a moverse. Tu intención escanea los sectores del espacio en los que el lápiz ocupa cada vez una posición nueva. Si la emisión mental tiene suficiente fuerza, el lápiz se materializa sucesivamente en los puntos nuevos del espacio real. Con eso se mueve sólo «la capa del lápiz» aislada, mientras que las demás capas, entre las cuales está la capa del observador, se quedan inmóviles. No es el objeto mismo el que se mueve, sino que se mueve su realización en el espacio de las variantes.

No es de extrañar que a ti no te resulte nada. Casi todas las personas tienen muy mal desarrolladas semejantes capacidades. Ni siquiera se trata de tu energética débil, sino que resulta muy difícil creer en esa posibilidad y, por tanto, despertar en sí la intención exterior pura. Personas dotadas con capacidades telequinéticas no mueven objetos. Ellos tienen la capacidad única dirigir su energía con la fuerza de la intención para mover la realización material en el espacio de las variantes.

Todo lo que está relacionado con la intención exterior solemos considerarlo como mística, magia o, en mejor de los casos, fenómenos inexplicables, cuyos testimonios se guardan con éxito en estanterías cubiertas de polvo. La concepción del mundo común rechaza terminantemente semejantes cosas. Lo irracional siempre provoca un peculiar miedo.

En la vida cotidiana nos encontramos constantemente con los resultados de actitud de la intención exterior. En particular, nuestros recelos y peores temores se realizan precisamente por la intención exterior. Pero como en este caso la intención trabaja independientemente de nuestra voluntad, no somos conscientes de cómo ocurre todo. Manejar la intención exterior es mucho más difícil que manejar la interior.

La intención interior corresponde a cualquier intento de influir sobre el mundo circundante en una misma línea. Todo, lo que sea posible dentro de los márgenes de un sector separado del espacio de las variantes, está descrito por las conocidas leyes de las ciencias naturales y cabe en los marcos de la ideología material. La intención exterior concierne a los intentos de elegir una línea de la vida donde lo deseado se realiza.

Pues bien, hemos averiguado que la naturaleza de la energía mental orientada a alcanzar el objetivo se revela en tres formas: el deseo, la intención interior y la intención exterior. El deseo es la concentración de la atención en el objetivo mismo. Como ves, el deseo no tiene ninguna fuerza. Puedes pensar en tu objetivo, desearlo el tiempo que quieras, pero nada cambiará por eso. La intención interior es la concentración de la atención en el proceso de obtención del objetivo. Es lo que funciona ya, pero requiere muchos esfuerzos. La intención exterior es la concentración de atención en cómo el objetivo se realiza por sí mismo. La intención exterior simplemente permite al objetivo realizarse por sí solo. Eso implica tu firme convicción de que la variante de realización del objetivo ya existe, sólo te queda elegirla. Con la intención interior el objetivo se alcanza, mientras que con la exterior, se elige.

La intención interior trata de conseguir el objetivo a campo traviesa, sin rodeos. La intención exterior está dirigida al proceso de realización independiente del objetivo. La intención exterior no tiene prisa en alcanzar el objetivo: lo tiene ya en su bolsillo. El hecho que el objetivo será alcanzado no se pone en absoluto en duda y no se discute. La intención exterior a sangre fría, inflexible, impasible e inevitablemente mueve el objetivo hacia su realización.

Para someter la intención exterior a tu voluntad, es necesario conseguir el acuerdo entre el alma y la mente en las aspiraciones positivas, y excluir todos los pensamientos negativos. Ya sabes qué perjudicial para la vida puede resultar nuestra predisposición para lo negativo. Al expresar el disgusto y el rechazo, te expones a la acción de las fuerzas equilibrantes, caes en la dependencia de los péndulos destructivos y orientas tu emisión mental hacia los sectores negativos del espacio de las variantes. La intención exterior formada por lo negativo, plasma lo negativo en tu vida real.

Vadim Zeland: El susurro de las estrellas de madrugada, cap. I