La belleza de la vida

«Ante todo, permanezca muy quieto. No se fuerce para eso, sino siéntese o recuéstese quietamente sin esfuerzo de ninguna clase. ¿Comprende?

Luego vigile su pensar, observe con atención aquello en que está pensando. Entonces descubre que está pensando en sus zapatos, en sus saris, en lo que irá a decir, en el pájaro que escucha cantar allá afuera; siga esos pensamientos e investigue por qué surge cada uno de ellos. No trate de modificar lo que piensa. Vea por qué brotan determinados pensamientos en su mente, de tal modo que usted comience a comprender, sin esfuerzo alguno, el significado de cada pensamiento y de cada sentimiento. Y cuando un pensamiento aparece no lo condene, no diga que es correcto o que es incorrecto, que es bueno, que es malo.

Sólo obsérvelo, vigílelo de manera que empiece a tener una percepción, una conciencia que está activa en el acto de ver cada clase de pensamiento, cada clase de sentimiento. Así conocerá cada uno de sus pensamientos más secretos y recónditos, cada uno de sus motivos ocultos, cada sentimiento, sin distorsión alguna, sin decir que es correcto, incorrecto, bueno o malo.

 Cuando usted mira, cuando indaga en el pensamiento a mucha, muchísima profundidad, su mente se vuelve extraordinariamente sutil y sensible. No hay parte de ella que esté dormida. La mente está despierta en su totalidad.

Esos son tan sólo los cimientos. Entonces su mente se halla muy quieta. Todo su ser se torna muy silencioso. Luego usted penetra en ese silencio, cada vez más hondo, cada vez más lejos -y todo este proceso es meditación.

La meditación no consiste en sentarse en un rincón repitiendo un montón de palabras, o en pensar acerca de alguna imagen y entrar en ciertas descabelladas y extáticas fantasías.

Comprender el proceso total de su pensar y de su sentir, es estar libre de todo pensamiento, de todo sentimiento, de manera que su mente, su ser entero se torna muy quieto.

Eso también es parte de la vida, y con esa quietud usted puede mirar un árbol, puede mirar a la gente, puede mirar el cielo y las estrellas. Esa es la belleza de la vida.»

Jiddu Krishnamurti, Sobre la educación