La impecabilidad del guerrero

El hombre común busca la certeza en los ojos del espectador y llama a eso confianza en sí mismo. El guerrero busca la impecabilidad en sus propios ojos y llama a eso humildad. El hombre común está enganchado a sus prójimos, mientras que el guerrero sólo depende de sí mismo. La confianza implica saber algo con certeza; la humildad implica ser impecable en los propios actos y sentimientos.

Para lograr éxito en cualquier empresa se debe ir despacio, con mucho esfuerzo pero sin tensión ni obsesiones.

Un guerrero toma su suerte, sea la que sea, y la acepta con la máxima humildad. Se acepta con humildad así como es, no como base para lamentarse, sino como base para su lucha y su desafío.

OLYMPUS DIGITAL CAMERA

La humildad del guerrero no es la humildad del pordiosero. El guerrero no agacha la cabeza ante nadie, pero, al mismo tiempo, tampoco permite que nadie agache la cabeza ante él. En cambio el pordiosero a la menor provocación pide piedad de rodillas y se echa al suelo a que lo pise cualquiera a quien considera más encumbrado; pero al mismo tiempo, exige que alguien más bajo que él le haga lo mismo.

Ver es una capacidad especial que podía cultivarse y que permitía percibir la naturaleza última de las cosas.

Un guerrero se considera ya muerto, y así no tiene ya nada que perder. Ya pasó lo peor, y por lo tanto se siente tranquilo y sus pensamientos son claros; a juzgar por sus actos o sus palabras, uno jamás sospecharía que un guerrero lo ha presenciado todo.

El conocimiento es pavoroso, cierto; pero si un guerrero acepta la naturaleza aterradora del conocimiento, cancela lo temible.

Los guerreros no ganan victorias golpeándose la cabeza contra los muros. Los guerreros saltan los muros, no los derriban.

Un guerrero actúa como si nunca hubiera pasado nada, porque no cree e nada, pero acepta todo tal como se presenta. Acepta sin aceptar y descarta sin descartar. Nunca siente como si supiera, ni tampoco siente como si nada hubiera pasado. Actúa como si tuviera el control, aunque este temblando de miedo. Actuar en esa forma disipa la obsesión.

Un guerrero no puede quejarse ni lamentar nada. Su vida es un desafío interminable, y no hay modo de que los desafíos sean buenos o malos. Los desafíos son simplemente desafíos.

La diferencia básica entre un hombre común y un guerrero es que un guerrero toma todo como un desafío, mientras un hombre ordinario toma todo como bendición o maldición.

Un guerrero debe ser fluido y debe variar en armonía con el mundo que lo rodea, ya sea el mundo de la razón o el mundo de la voluntad.

El secreto de un guerrero es que él cree sin creer. Pero, por lo visto, un guerrero no puede nada más decir que cree y dejar allí las cosas.

Cuando un guerrero tiene por fuerza que creer, lo hace porque así lo escoge, como expresión de su predilección más íntima. Un guerrero no cree, un guerrero tiene que creer.

Tener que creer que el mundo es misterioso e insondable era la expresión de la predilección íntima de un guerrero. Sin ella, el guerrero no tenía nada.

El hombre común se da cuenta de todo sólo cuando piensa que así debe hacerlo; pero la condición de un guerrero, es darse cuenta de todo en todo momento.

Uno de los actos de un guerrero es no dejar que nunca lo afecte nada. De este modo, un guerrero puede estar viendo al mismo diablo, pero jamás dejará que nadie lo sepa. El control del guerrero tiene que ser impecable.

Carlos Castaneda: Relatos de poder