La maravillosa imposibilidad de «amarte a ti mismo»

Creo que todos hemos escuchado que para amar realmente a otra persona y tener una relación satisfactoria, primero debemos amarnos a nosotros mismos. Y es verdad. ¿Pero de qué «nosotros mismos» estamos hablando? Por más que lo intentemos, este yo personal e individual puede ser una cosa muy difícil de amar. Podemos pasar muchos años en terapia, leyendo libros de auto-ayuda, yendo a maestros, curanderos, talleres y retiros, todo para aprender a «amarnos a nosotros mismos». Y después de todo este tiempo y esfuerzo, la pregunta sigue siendo: «¿Realmente me amo a mi mismo?» Y si somos honestos, la respuesta solo puede ser: «No estoy seguro».

Tengo un amigo muy estimado que es un maestro espiritual. Él enseña a la gente a «amarse a sí mismos». Cada vez que nos encontramos, me pregunta: «¿Te amas a ti mismo?» Y esta no es una pregunta con fácil respuesta, pero respondo de esta forma: «No, no me amo a mí mismo. Pero estoy totalmente enamorado del Ser (del Sí mismo)». Esta respuesta, parece satisfacerle.

amarte a ti mismo

El yo y el Ser son diferentes en todos los sentidos posibles. El yo es personal. El Ser es impersonal. El yo es único, especial y separado de todos los demás y de la vida misma. El Ser no es único, no es especial y no está separado de todo lo que existe. El yo cambia y no dura más que lo que lo hace el cuerpo físico. El Ser no cambia nunca, es eterno. Y la última diferencia es probablemente la más importante: el Ser es real. El yo es una ilusión creada en su totalidad, por el pensamiento.

Debido a que el «yo» es una ilusión, realmente nunca puede ser amado. Está constantemente en movimiento, por cualquier cosa. A veces es un yo feliz, otras veces está triste o enojado. No importa cuántas afirmaciones positivas repita, siempre habrá pensamientos inconscientes reprimidos contradictorios. «Soy maravilloso y merezco ser amado» se contradice y se anula con el pensamiento inconsciente: «No soy digno, nadie me ama». No importa cuántos ejercicios físicos, emocionales o espirituales de superación personal realices, estarías intentando mejorar algo que, en realidad, no existe, nunca existió. No importa cuánto esfuerzo desarrolles, y cuántos libros de autoayuda, maestros, cursos, seminarios o talleres llegues a confiar, todo se quedará en lo que es, una ilusión. Como dijo una vez el maestro espiritual Adyashanti: «Podrás darle perlas a un cerdo, pero no puedes evitar su chillido».

¿Por qué digo que es maravilloso que sea imposible amar a este «yo» que crees que eres? Es el esfuerzo repetido y fallido de amarte a ti mismo lo que finalmente te motiva a mirar más allá de este yo ilusorio, el ego, y descubrir tu Verdadero Ser.

Y este es el verdadero Amor a Sí mismo, al Ser. Amar al Ser no requiere ningún esfuerzo en absoluto. Es imposible no amar al Ser Verdadero. No necesitas afirmaciones. No es necesario llevar al Ser Verdadero al gimnasio. No es necesario llevar-Lo a retiros espirituales, seminarios, cursos, talleres o a ningún maestro para aprender a amar-Lo. El Verdadero Ser, es el Amor Mismo. El propio reconocimiento de tu Verdadero Ser es la experiencia del Amor incondicional.

Entonces, cuando dejas de intentar amarte a ti mismo, cuando dejas de intentar mejorarte «dándole perlas a un cerdo», cuando te das cuenta de que ese yo, el ego, nunca ha sido algo real, descubres el verdadero Amor en la forma de tu Verdadero Ser. Si fuera posible amar a ese limitado «yo» personal, es posible que nunca descubrirías realmente el Amor. Y puede que quizás nunca descubrieras quién eres tú realmente. La imposibilidad de «amarte a ti mismo» es uno de los regalos más preciosos y maravillosos que hemos recibido.

Sí, hay innumerables libros, profesores y talleres dedicados a «aprender a amarte a ti mismo». El ego no se rinde fácilmente. Gracias a Dios nunca funcionará. Es tan imposible amar una ilusión como es imposible no amar lo que es Verdadero. Afortunadamente, lo que es Verdadero es lo que tú eres.

Peter Cutler