La observación de sí

La observación de sí no puede ser impersonal, pues nos interesamos personalmente por el funcionamiento correcto de nuestra máquina. El funcionamiento correcto del organismo nos es provechoso, el funcionamiento incorrecto es dañino. Uno debe tener una simple actitud comercial para con la propia vida y las propias funciones interiores, y debe saber qué es beneficio y qué es pérdida.

La observación de sí

Cuando un hombre adopta esta actitud respecto de sí mismo, está listo para empezar el práctico estudio de sí, pues práctico estudio de sí significa el estudio de las cosas más mecánicas. Algunas funciones en nosotros pueden volverse conscientes, otra jamás pueden volverse conscientes. Las funciones instintivas, por ejemplo, no tienen necesidad de volverse conscientes, pero hay muchas otras (nuestra vida está llena de ellas) que es muy importante volver conscientes o, si no pueden volverse conscientes, detener o eliminar, pues son realmente dañinas. No son meramente mecánicas en el sentido de que son automáticas; se deben al funcionamiento incorrecto de la máquina, que ha seguido durante largo tiempo.

El principal obstáculo para el logro de la consciencia de sí es que pensamos que la tenemos. Uno jamás obtendrá la consciencia de sí mientras crea que la tiene. Hay muchas cosas que pensamos que tenemos, y debido a esto no podemos tenerlas. Hay individualidad o unidad; pensamos que somos uno solo indivisible. Pensamos que tenemos voluntad, o que si no la tenemos siempre, podemos tenerla, y otras cosas. En esto hay muchos aspectos, pues si no tenemos una cosa, no podemos tener otra. Pensamos que tenemos estas cosas, y esto sucede porque no conocemos el significado de las palabras que usamos.

La psicología de la mentira es realmente la parte más importante del estudio del ser humano. Si el hombre pudiese describirse como un tipo zoológico, se lo describiría como un animal mentiroso.

La mentira más grave es cuando sabemos perfectamente bien que no conocemos ni podemos conocer la verdad acerca de las cosas y, sin embargo, jamás actuamos de conformidad. Pensamos y actuamos siempre como si conociéramos la verdad. Esto es mentir. Cuando sé que no conozco algo y al mismo tiempo digo que conozco, actúo como si lo conociese, eso es mentir. Por ejemplo, no sabemos nada sobre nosotros mismos, y realmente sabemos que no sabemos nada, y sin embargo jamás reconocemos o admitimos el hecho; nunca lo confesamos siquiera a nosotros mismos; actuamos, pensamos y hablamos como si supiéramos quiénes somos. Este es el origen, el comienzo de la mentira.

Cuando entendemos esto y seguimos esta línea, y cuando tratamos de conectar esta idea con todo lo que pensamos, con todo lo que decimos, con todo lo que hacemos, empezamos a eliminar los obstáculos que yacen en el camino hacia la consciencia. Pero la psicología de la mentira es mucho más difícil de lo que pensamos, porque hay muchas clases diferentes de mentira y muchas formas sutilísimas, difíciles de descubrir en nosotros mismos. En los otros, las vemos comparativamente con facilidad, pero no en nosotros mismos.

Tenemos opiniones sobre todo, y todas estas opiniones son mentira, particularmente acerca de nosotros mismos. No conocemos los estados de la consciencia, ni las diferentes funciones, ni la velocidad de las funciones, ni su relación de una con otra. No sabemos cómo se dividen las funciones. No sabemos nada, y sin embargo pensamos que sabemos de nosotros mismos. Todo lo que tenemos es opiniones, y todas ellas son mentiras.

P. D. Ouspensky: El cuarto camino cap. II