La plenitud del Ser

Sólo tú puedes limitar tu poder creativo, aunque la Voluntad de Dios es liberarlo. No es Su Voluntad que te prives a ti mismo de tus creaciones, de la misma manera en que tampoco es Su Voluntad privarse a Sí Mismo de las Suyas. ¡No prives a la Filiación de tus regalos o te privarás a ti mismo de Dios! El egoísmo es cosa del ego, pero la plenitud del Ser pertenece al ámbito del espí­ritu porque así es como Dios lo creó. El Espíritu Santo mora en la parte de la mente que yace entre el ego y el espíritu, mediando siempre entre ellos en favor del espíritu. Para el ego eso es ser parcial, y reacciona como si algo estuviese contra él. Para el espí­ritu eso es la verdad porque el espíritu conoce su propia Plenitud y no puede concebir que haya alguna parte de la que él esté excluido.

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El espíritu sabe que la conciencia de todos sus hermanos está incluida en su propia conciencia, tal como está incluida en Dios. El poder de toda la Filiación y de su Creador es, por lo tanto, la propia Plenitud del espíritu, que hace que sus creaciones sean igualmente plenas e igualmente perfectas. El ego no puede prevalecer contra una totalidad que incluye a Dios, y toda totalidad tiene que incluir a Dios. Dios le da todo Su poder a todo lo que Él creó porque ello forma parte de Él y comparte Su Ser con Él. Crear es lo opuesto a perder, tal como la bendición es lo opuesto al sacrificio. El Ser tiene que ser extendido. Así es como conserva el conocimiento de sí mismo. El espíritu anhela compartir su Ser tal como su Creador lo compartió. Puesto que el espíritu fue creado como resultado de un acto de compartir, su voluntad es crear. No desea limitar a Dios, sino que su voluntad es extender Su Ser.

Extender el Ser de Dios es la única función del espíritu. Su Plenitud no puede ser contenida, de la misma manera en que la Plenitud de su Creador no se puede contener. La Plenitud es exten­sión. El sistema de pensamiento del ego obstaculiza la extensión, y así, obstaculiza tu única función. Obstaculiza, por lo tanto, el fluir de tu gozo, y, como resultado de ello, te sientes insatisfecho: A menos que crees, estarás insatisfecho, pero Dios no conoce la insatisfacción, por lo tanto, no puedes por menos que crear. Puede que no conozcas tus propias creaciones, pero eso no puede afectar su realidad, de la misma forma en que ser inconsciente de tu espíritu no afecta en modo alguno su ser.

El Reino se extiende para siempre porque está en la Mente de Dios. No conoces tu propio gozo porque no conoces la plenitud de tu propio Ser. Excluye cualquier parte del Reino y no podrás gozar de plenitud. Una mente dividida no puede percibir su llenura, y necesita que el milagro de su plenitud alboree en ella y la cure. Esto vuelve a despertar la plenitud en dicha mente; y al aceptar dicha plenitud se reincorpora al Reino. Cuando aprecias por completo la plenitud de Ser de tu mente, el egoísmo se vuelve imposible y la extensión inevitable. Por eso es por lo que el Reino goza de perfecta paz. El espíritu está cumpliendo su función, y sólo el pleno cumplimiento produce paz.

Tus creaciones están protegidas porque el Espíritu Santo, que se encuentra en tu mente, las conoce y las puede llevar a tu conciencia siempre que se lo permitas. Moran allí como parte de tu pro­pio Ser porque tu plenitud las incluye. Las creaciones de  cada Hijo de Dios son tuyas, puesto que toda creación le pertenece a todos, al haber sido creada para la Filiación en su totalidad.

Tú no has dejado de incrementar la herencia de los Hijos de Dios, y, por lo tanto, no has dejado de asegurarte de que fuese tuya. Puesto que la Voluntad de Dios fue dártela, te la dio para siempre. Puesto que Su Voluntad fue que dispusieses de ella para siempre, te proporcionó los medios para conservarla. Y eso es lo que has hecho. Desobedecer la Voluntad de Dios es algo que sólo tiene sentido para los dementes. En realidad es imposible. La Plenitud de tu Ser es tan ilimitada como la de Dios, y al igual que la Suya, se extiende en paz perfecta y para siempre. Su esplendor es tal que crea en perfecta dicha, y de Su plenitud sólo lo pleno puede nacer.

Ten por seguro que nunca perdiste tu Identidad, ni tampoco las extensiones que la mantienen en un estado de plenitud y de paz. Los milagros son expresiones de esta certeza. Son a la vez reflejos de tu correcta identificación con tus hermanos, así como de tu conciencia de que esta identificación se conserva mediante la extensión. El milagro es una lección de percepción total. Al incluir cualquier parte de la totalidad en la lección, incluyes a la totalidad.

Un Curso De Milagros, cap. 7-IX