El punto de encaje

– Lo que se necesita para que la magia pueda apoderarse de nosotros es borrar nuestras dudas. Una vez que las dudas desaparecen, todo es posible.

– Para los brujos había dos maneras de pensar. Una era la manera normal y cotidiana, regida por la posición usual del punto de encaje; una manera que dejaba todo en una gran oscuridad y producía pensamientos poco claros que no servían para mucho. La otra era una forma de pensamientos precisos, funcional y económica que dejaba muy pocas cosas sin explicar. Don Juan comentó que para que cesara la manera normal de pensar era indispensable mover el punto de encaje. O era indispensable hacer cesar la manera normal de pensar para así permitir que el punto de encaje se moviera. Aseguró que si uno encaraba sin pensamientos esta aparente contradicción, no era contradicción en absoluto.

¿Y cómo dejo de pensar?

Intentando el movimiento de tu punto de encaje. Al intento se lo llama con los ojos.

Como no hay modo de saber qué es el intento, los brujos dejan que sus ojos lo llamen.

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– Comentó que dentro de cada ser humano hay un gigantesco y oscuro lago de conocimiento silencioso que cada uno de nosotros podía intuir. Me dijo que yo podía intuirlo, quizá con un poco más de claridad que el hombre común y corriente, debido a mi participación en el camino del guerrero. Dijo luego que los brujos son los únicos seres en el mundo que, haciendo deliberadamente dos cosas transcendentales, llegan más allá del nivel intuitivo: primero, conciben la existencia del punto de encaje y segundo, logran que el punto de encaje se mueva.

Acentuó una y otra vez que lo más sofisticado de los brujos es el estar conscientes de nuestro potencial como seres perceptivos, y el saber que el contenido de la percepción depende de la posición del punto de encaje.

Dos partes, obviamente separadas, existían dentro de mí ser. Una era muy vieja, tranquila, indiferente; era pesada, oscura y estaba conectada con todo lo demás. Era la parte de mí a la que nada le importaba, pues era igual a toda cosa; era la parte que gozaba sin esperar nada. La otra parte era ligera, nueva, esponjosa, agitada; era nerviosa y rápida. Se importaba a sí misma porque se sentía insegura y no gozaba de nada, simplemente porque carecía de la capacidad de conectarse. Estaba sola, en la superficie, y era vulnerable. Era la parte con la que yo observaba al mundo.

– El conocimiento silencioso es algo que todos poseemos. Algo que tiene total dominio, total conocimiento de todo. Pero no puede pensar, por lo tanto, no puede expresar lo que sabe.

– Ese conocimiento silencioso, que nadie puede describir, es, por supuesto, el intento, el espíritu, lo abstracto.

Pero ¿qué significa eso que el hombre perdió de vista lo que sabía?

Significa que el hombre renunció al conocimiento silencioso por el mundo de la razón. Cuanto más se aferra al mundo de la razón, más efímero se vuelve el conocimiento silencioso.

Carlos Castaneda: El conocimiento silencioso