Leyes universales

Las dos leyes universales que gobiernan al mundo, están realmente más allá de nuestra mente, de modo que, con todo el deseo de estudiarlas, no entenderán mucho más que palabras. Pero incluso esto es útil. Con la ayuda de estas palabras, podrán reconstruir sus criterios del universo y colocar al hombre en el lugar correcto en relación con los diferentes mundos.

Lo primero que hay que recordar es lo que dije sobre la Ley de los Tres: que todo en el mundo, todas las manifestaciones de la energía, todas las clases de acción, sea en el mundo o en la actividad humana, internas o externas, son siempre manifestaciones de tres fuerzas que existen en la naturaleza. Estas fuerzas se llaman activas, pasivas o neutralizadoras, o primera, segunda y tercera. Debe entenderse que no difieren una de la otra como la actividad y la pasividad difieren en nuestro entendimiento corriente de estos términos. Las fuerzas activas y pasivas son activas, pues una fuerza no puede ser pasiva. Pero hay cierta diferencia en su actividad, y esta diferencia constituye toda la variedad de fenómenos que existen en el mundo. Las tres fuerzas trabajan juntas, pero una de ellas predomina en cada combinación. Al mismo tiempo, cada fuerza que es ahora activa, puede volverse pasiva o neutralizadora en el momento siguiente, en otra tríada. Cuando tres fuerzas se encuentran juntas, suceden las cosas. Si no sobrevienen juntas, no ocurre nada.

3 (55)

Desde este punto de vista, la materia deberá tener también ciertas denominaciones definidas de acuerdo con la fuerza que trabaja a través de ella: ya sea orgánica o inorgánica, elemento químico o compuesto. Cuando la fuerza activa pasa a través de algún género de materia, se llama Carbono. Cuando la fuerza pasiva pasa a través de ella, se llama Oxígeno. Cuando la fuerza neutralizadora trabaja a través de ella, se llama Nitrógeno. Y cuando la materia es tomada sin relación con la fuerza que trabaja a través de ella, se llama Hidrógeno. Al principio, estos nombres han de tomarse simplemente como rótulos. Así, la Ley de los Tres introduce la relatividad en nuestra definición de la materia, pues en vez de un hierro tenemos cuatro hierros, en vez de un cobre tenemos cuatro cobres, etc. El padre, la madre, el hijo; carbono, oxigeno, nitrógeno. La familia es hidrógeno. El comienzo de una nueva familia es el hijo.

Al pensar corrientemente comprendemos la existencia de dos fuerzas: la acción y la resistencia, la electricidad positiva y negativa, etc. Pero, en este estado de la consciencia, no vemos que tres fuerzas están siempre presentes en cada acontecimiento, en cada fenómeno, y que sólo una conjunción de tres fuerzas puede producir un acontecimiento. Dos fuerzas no pueden producir nada: sólo girarán en torno una de la otra sin resultado alguno. Lleva largo tiempo empezar a ver tres fuerzas en las cosas: por alguna razón somos la tercera fuerza ciega, aunque podemos observarla en muchas reacciones químicas y fenómenos biológicos. Aunque entendamos plenamente que nada puede suceder sin la presencia de los tres elementos en total, en relación con nosotros nos inclinamos por olvidarlo o pasarlo por alto. Ni siquiera observamos plenamente dos fuerzas y, por lo general, esperamos que sucedan las cosas cuando sólo está presente una fuerza. Después verán que, si quieren producir cierto efecto o cierta acción y falta una fuerza, no obtendrán resultado. En algunos casos puede existir la fuerza pasiva y entonces no ocurre nada, pues si no hay fuerza pasiva, no hay material. En otro caso, puede faltar la fuerza activa o neutralizadora, y nuevamente no pueden hacer nada. Si tratan de encontrar manifestaciones de las fuerzas primera y segunda, a veces podrán hallar manifestaciones de la tercera. Eso requiere observación, y no puede demostrarse sino por ustedes mismos. En psicología, muchas cosas pueden explicarse por la necesidad de la tercera fuerza. Esto explica también por qué no podemos «hacer»: no podemos aportar la tercera fuerza. Y sin la tercera fuerza, no puede ocurrir la acción, u ocurre de manera distinta de la que nos propusiéramos que ocurriera.

A veces vemos a la fuerza neutralizadora, sólo que estamos equivocados sobre su naturaleza. Por ejemplo, a menudo la vemos como resultado, cuando en realidad existe antes de la primera y la segunda. Cometemos muchos errores acerca de las tres fuerzas, pero es muy útil pensar en esto.

P.D. Ouspensky: El cuarto camino, cap. 8