Los traumas de la infancia

Los traumas de la infancia experimentados en el pasado, han estructurado programaciones específicas en el nivel de su mente inconsciente (no por eso menos activa en el proceso de creación) y han decidido lo que iba a sucederle en su vida, al menos en este día preciso. El mecanismo de protec­ción de la infancia se ha puesto en marcha. Así es como funciona la mente infe­rior programada durante la infancia si no hacemos nada para liberarla.

Los traumas de la infancia

No es la volun­tad del Ello directamente la que produce la situación, sino la mecánica de la mente inferior programada en el pasado. No obstante la intención del Ello está ahí a pesar de todo, siem­pre presente, puesto que como lo hemos visto previamente, es el Ello el que permite la instalación misma de esas estruc­turas para dar ocasiones de experiencias y de crecimiento a la personalidad.

Si Vd. está afectado de victimitis, se quejará de que la suerte es injusta y se preguntará durante mucho tiempo por qué tales cosas le suceden. Pensará que la vida le es muy difícil y alimentará decepción y resentimiento contra ese desgraciado destino que quizá le haya hecho perder la ocasión de su vida a nivel profesional. Se torturará a sí mis­mo, y no utilizará la experiencia adquirida para hacer algo constructivo.

Si Vd. está suficientemente despierto en conciencia y sabe que nada sucede por azar, puede empezar a formular­se algunas preguntas. Puede notar que este tipo de situación ya se le ha presentado bajo otras formas varias veces en su vida. Este es un indicio interesante, porque cuando una si­tuación se presenta de una forma repetitiva, se corre el riesgo de que esta situación emane de una programación incons­ciente. Vd. puede así aprovechar la ocasión que le brin­da esta experiencia para, (después de pensárselo bien), tomar conciencia de sus propios mecanismos interiores y elegir ha­cer un trabajo personal de liberación de sus estructuras a fin de reencontrar su poder y su libertad. Y de este modo empie­za a manifestar la voluntad de su Ello, y al tiempo habrá uti­lizado esta experiencia de una forma eficaz.

De esta manera, nunca acabamos de crearnos acontecimientos de poca im­portancia en nuestra vida. Nuestro Ello nos deja crear estas cosas para darnos la oportunidad de hacer ciertas tomas de conciencia sobre el contenido programado de nuestra mente automática.

En lo que toca a los acontecimientos más fundamentales de la vida, el impacto de las programaciones inferiores está mezclado con el impacto de la voluntad del Ello. En ese mo­mento, es muy difícil, y a menudo completamente inadecua­do, querer dar una explicación psicológica que corra el riesgo de ser demasiado simplista. Una enfermedad muy grave, por ejemplo, puede ser generada por programaciones y emocio­nes negativas. Pero quizá pueda también haber sido creada por el Ello a fin de permitir a la persona desarrollar ciertas cualidades y dar un gran paso en su evolución espiritual gra­cias a esta condición.

Dar explicaciones psicológicas simplistas es una trampa en la cual caen muchos principiantes que utilizan este concepto. La mejor forma de evitar esto es:

no interpretar los problemas de los demás encon­trando explicaciones psicológicas racionales (a menudo del tipo «nueva era») de los diferentes acontecimientos que atraen en sus vidas. Dejémosles encontrar la respuesta a ellos mismos. Como mucho, si queremos ayudarlos y nos senti­mos profundamente inspirados…, podemos hacerles algunas sugerencias, siendo muy conscientes que podemos equivo­carnos completamente…

cuando los acontecimientos nos conciernen, pode­mos hacernos sinceramente la pregunta: ¿Hay algo para mí en este asunto?, luego meditar, y hacer la pregunta a nuestro Ello y a nuestra intuición. Si tenemos la impresión de que la respuesta llega naturalmente, por intuición, es posible que sea la buena, o también que no lo sea. La pasamos por el ce­dazo de nuestro mejor discernimiento y la utilizamos o la dejamos momentáneamente en espera (sin rechazarla), según, que nos parezca válida o no. Si no llega ninguna respuesta, nos dejamos llevar serena y apaciblemente. El hecho de no resistir a esta situación, de acogerla como una ocasión de crecimiento, es suficiente para permitirnos ir a buscar lo mejor de nuestros recursos. Además, el hacer la pregunta y el saber que nosotros somos el origen de lo que se nos pre­senta, nos permite abrir una puerta. Hemos enviado un cau­dal de energía específica al Campo de la Energía Universal, y la respuesta nos vendrá en el momento apropiado, en función de nuestra intención inicial, siempre que tal res­puesta no nos sea necesaria, en algún momento, a nivel consciente.1

1. De hecho, hay un tiempo privilegiado de integración de todas nuestras ex­periencias de una vida: es el que sigue a nuestra muerte física. En el estado de con­ciencia superior en el cual nos encontramos en ese momento, hacemos el resumen de las experiencias de nuestra vida. Los acontecimientos de nuestra vida en apariencia incoherentes o debidos «al azar», cobran entonces todo su sentido en el seno de una lógica superior que incluye todo nuestro pasado evolutivo.

Lo importante, una vez más, es acoger esos aconteci­mientos sabiendo que son apropiados para nosotros, incluso si no comprendemos enseguida su sentido, y cesar de resistir a ellos. La integración del aprendizaje se hace natural­mente por la no resistencia. Cesar de resistir o rendirse no quiere decir permanecer pasivo, al contrario. Porque cuando dejamos de resistirnos es cuando disponemos de la totalidad de nuestra energía para obrar y hacer frente a los aconteci­mientos de forma eficaz, dinámica y creadora.

Nuestro Ello es inflexible pero muy paciente en el traba­jo de construcción de su herramienta de manifestación: la personalidad. Si, cuando nuestra conciencia se embarranca con la personalidad, no podemos o no queremos abrirnos al aprendizaje necesario para dar un paso adelante en nuestra evolución, el Ello nos presentará la misma experiencia una y otra vez. Si nos resistimos a lo que nos presenta, o si no estamos del todo dispuestos a asimilar la totalidad de la expe­riencia, no hay por qué inquietarse, se presentará de nuevo, hasta que lo que debe ser dominado, asimilado, integrado, lo sea por completo.

En resumen, reconocerse como el origen de todo lo que existe en nuestra vida no quiere decir ser capaz de explicar racionalmente lo que está ahí. Quiere decir reconocerse como que uno es el origen, eso es todo; sin ningún juicio de nosotros mismos, sin censura, confiando en nuestro Ello que nos guía, y en nuestra inteligencia y nuestro corazón que nos permiten avanzar con lo mejor de nuestros propios recursos, ni más ni menos. Y esta aceptación y esta no resis­tenciabastan para crear una dinámica acelerada de evolución.

Annie Marquier: El poder de elegir, cap.