Manejar tu destino II

Cuando pienses en tu objetivo, te pillarás en que, involuntaria­mente y por costumbre, dudas y piensas de nuevo en los medios de consecución del objetivo. Por supuesto, habrá dudas, pero hay que atraparlas y ponerlas de una buena vez en su lugar: «Sé que el éxito depende de mi elección. Yo he hecho la elección. Entonces, ¿de qué vacilación se trata?». Poco a poco las dudas se irán. Ahí donde no hay fe, sino sólo conocimiento, las dudas no pueden existir.

 

Manejar tu destino II

Lo fundamental es recordar que tú mismo decides: vas a conseguir tu objetivo o no; por ende no tienes por qué preocuparte. Cada vez que empieces a dudar, acuér­date de eso. De nuevo dirijo tu atención a la mala costumbre de olvidar y existir semiinconscientemente. Los conocimientos nuevos se olvidan fácilmente, mientras que las viejas costumbres están bien arraigadas. Recuerda siempre que el dueño de tu destino eres tú.

Arrastrando las dudas contigo, disminuyes notablemente tus posibilidades de éxito. En el espacio de las variantes hay dos líneas de la vida: en una el objetivo está conseguido, en la otra sufres una derrota. Cuando forcejees en tus dudas, emites energía en la frecuencia de la línea del fracaso. En tal caso difícilmente puedes confiar en el éxito.

El fracaso estará condicionado por las circuns­tancias que hayan aparecido como resultado de la emisión de tus pensamientos.

Hay que plantear la cuestión de otra forma: no «¿me resultará o no?», sino «¿qué elijo: el éxito o el fracaso?». Es difícil acostumbrarse a tal planteamiento. Durante toda tu vida ves que las manzanas caen al suelo y no vuelan hacia el cielo. Sin embargo, si siempre te captaras en tus dudas y te recordaras enseguida que el éxito sólo es cuestión de tu elección, te acostumbrarías a eso. Imagina que las manzanas, a partir de hoy por una razón desconocida, empiezan a caer al cielo. Al principio eso te sorprenderá mucho, pero al fin y al cabo, lo aceptarás y te acostumbrarás a eso.

Persigo un objetivo que consiste destruir los estereotipos de la con­cepción del mundo acostumbrada, para que escapes de la funda de condicionalidad y despiertes en el sueño llamado vida real. Al despertarte cobrarás conciencia de que eres capaz de dirigir tu sueño. Para eso no necesitas creer. Actúa y ya verás lo que pasa. No creas: comprue­ba. Cuando quedes convencido de que el Transurfing realmente funciona, es entonces cuando vas a saber.

Deja los infructuosos esfuerzos de obtener fe incondicional. Existe un camino mucho más real. No pensar en los medios de conse­cución, sino proyectar en la mente la diapositiva del objetivo y mover los pies hacia la meta. Eso no son sueños vacíos, sino el trabajo concreto de sintonización de tu emisión.

La mente necesita tener fe para validar la realidad de consecución del objetivo. Deja la fe a un lado y, en vez de pensar cómo vas a lograr tu objetivo, compenétrate con la diapositiva, donde el objetivo ya está conseguido. Precisamente ése es el trabajo concreto sin convencimiento. Complácete de ese modo. Entonces tu intención exterior hará su trabajo, y las manza­nas caerán al cielo.

Al sintonizar su emisión con la línea del ob­jetivo, el individuo pone en marcha el mecanismo de la intención exterior. Proyectas en la mente la diapositiva del objetivo y visua­lizas el proceso. Mientras tanto el viento de la intención exterior lentamente y poco a poco mueve la fragata de la realización material de tu mundo en el espacio de las variantes. Empiezan a descubrirse posibilidades de las que ni siquiera sospechabas la existencia. Es más: la intención exterior empieza a dirigir sus acciones con el fin de acercarte al objetivo.

Concédele a la intención exterior preocuparse por los medios y ca­minos por los que se logrará tu objetivo. Confía en la corriente de las variantes. Incluso a pesar de tu voluntad, actuarás de manera tal que te llevará basta tu objetivo.

Al tropezar con un disgusto enojoso o un problema difícil, la gente le da energía al péndulo y siente preocupación, debilidad, el peso de la situación. Uno ya está listo para el combate, ya se le caen las alas. Ambos estados son anormales y llevan al estrés y a la de­presión. No hay tranquilidad, el apoyo está perdido, el eje central de la seguridad está roto. Para conseguir un apoyo, la gente busca salvación en el tabaco, el alcohol, las drogas y otros métodos. Pero como resultado, cae en la total esclavitud de los péndulos nuevos.

Siempre puedes encontrar apoyo en ti mismo, si despiertas y te das cuenta de cómo se creó la situación problemática. El problema fue creado por el péndulo. En eso no hay nada grave. El peligro no se basa en el problema en sí, sino en tu actitud hacia él. Si aceptas la importancia del problema, entonces le das energía al péndulo. Es importante entender que, en cualquier situación problemática el péndulo te exigirá, ya que hagas todos los esfuerzos y luchar, ya que dejes caer los brazos y te desanimes. No debes hacer ni uno ni lo otro. Pero con todo eso, no hay apoyo, el eje de la seguridad en sí mismo está perdido, ¿qué hacer en este caso? Encontrarás apoyo cuando comprendas cómo un péndulo intenta someterte a su con­trol y así sacarte energía.

La comprensión del mecanismo de una situación problemática tiene el mismo peso que la esperanza. Ya no eres una marioneta, tampoco un barquito de papel. Tú mismo puedes comprender qué sucede y eres capaz de sonreír conscientemente para tus adentros y decir: «No, péndulo, no te doy mi energía. Comprendo perfectamente qué necesitas y cómo intentas engancharme. ¡No te resultará en absoluto! No lo­grarás imponerme la importancia del problema. Tengo derecho de elegir y elijo estar libre de ti».

Cada uno de nosotros comete muchos errores en la vida, de los que luego se arrepiente. Puedes pensar que te habías desviado de­masiado lejos de tu antiguo objetivo. Aun así, no todo está perdido: el Transurfing te ayudará a corregir la situación. Aun si tu antiguo propósito se ha cerrado objetivamente, puedes encontrar uno nue­vo. Tu objetivo no es único, por tanto en cualquier edad hay una oportunidad, y hay que aprovecharla.

Los errores que hayas cometido son tu capital. Si aceptas tal pos­tura, te espera un éxito brillante. Todos los que han logrado el éxito han atravesado un bosque entero de fracasos. No en vano se dice que «un hombre escaldado vale por dos». Todas las personas pro­minentes, las que han logrado el éxito, tuvieron que pasar por todo tipo de dificultades. Solamente que ese lado de su vida permanece oculto. Así que, si has cometido un error grande y has fracasado, alégrate: estás en el camino hacia tu objetivo. Sin embargo, si em­piezas a flagelarte, lamentarte y quejarte de la vida, los fracasos se repetirán una y otra vez. Toda la experiencia, inútil desde tu punto de vista, te servirá sin falta en la línea de la vida hacia tu objetivo.

La apatía se va cuando aparece una esperanza nueva. Cuan­do hay esperanza, se libera energía de la intención.

La esperanza es imprescindible para comenzar a actuar. Empieza a actuar y verás cómo las manzanas caerán al cielo. Cuando la es­peranza acabe con su parte del trabajo, vendrá la comprensión de la libertad de elección. Es entonces cuando te dirás a ti mismo: no quiero y no espero: yo tengo intención.

Vadim Zeland: Adelante al pasado, cap. 3