Miedo y confusión

Cuando usted se da cuenta de que tiene hambre, actúa: mendiga, pide prestado o roba, hace algo. Pero si dice: “Bueno, puede que tenga hambre”, entonces se toma tiempo, habla al respecto, discute qué clase de alimento va a comer y así sucesivamente. Cuando se da cuenta de que tiene hambre, su acción es inmediata. Y eso es todo. Estoy confuso y me doy cuenta de que cualquier movimiento que haga, cualquier movimiento en el pensar o cualquier actividad que tenga su origen en el pensamiento, sigue siendo confusión. ¿Correcto? ¿Me doy cuenta de ese hecho? Ello implica que es el pensamiento el que crea la confusión y, por lo tanto, el miedo.

Miedo y confusión

Cómo darse cuenta de la total confusión del hombre, no cómo salir de ella. Entonces comienza uno a descubrir las causas de esta confusión –porque uno se ha detenido, no porque está buscando. No sé si ve la diferencia. Antes, yo buscaba las causas de la confusión a fin de esclarecerlas; por lo tanto, mi manera de mirar la confusión, mi examen, era por completo diferente de ahora, cuando, al darme cuenta de que estoy confuso, puedo ver que ninguna actividad es posible. Este mirar es una observación enteramente distinta. Una observación sin motivo.

Ahora me he dado cuenta de que, en tanto mire con un motivo, todo el mirar estará distorsionado. ¿Es posible, pues, mirar sin un motivo? Obviamente, es el motivo el que va a engendrar temor. Por lo tanto, en esto se halla incluida una pregunta mucho más fundamental: ¿Es posible que toda acción psicológica tenga lugar sin un motivo?

J. Krishnamurti: Encuentro con la vida