Noticias negativas

La mentalidad humana está organizada de tal manera que el hombre reacciona con más intensidad ante los irritantes negativos. Estos pueden ser: alguna información indeseable, hostilidades, peligro o simplemente energía negativa. Por supuesto, la influencia positiva también puede ocasionar emociones fuertes. Pero en intensidad, el miedo y la furia superan mucho a la alegría y el placer. La causa de esta desigualdad se remonta a la noche de los tiempos, cuando el miedo y la furia eran factores decisivos de la supervivencia. ¿Y para qué sirve la alegría? No ayuda a defenderse, ni a evitar el peligro, ni a procurar el sustento.

 2 (53)

Pero también la vida, llena de sufrimientos y privaciones, más que alegría y placer, ha causado pena y miedo a lo largo de toda historia de la humanidad. Es el motivo por el cual la gente es propensa a someterse con más facilidad a los pensamientos melancólicos y a la depresión, mientras que la alegría se le pasa muy rápido. ¿Acaso escuchaste alguna vez que una persona normal sufra de una alegría excesiva? Pero de estrés y depresiones, a cada paso.

Los péndulos y los medios de información en particular aprovechan activamente esa especificidad de la percepción humana. En los programas informativos rara vez escucharás alguna noticia buena. Normalmente se hace así: se toma un hecho negativo cualquiera y se empieza a propagarlo; mientras surjan cada vez detalles nuevos, todo eso se saborea y se dramatiza de cualquier forma.

De esa manera se presentan todas las noticias negativas: las catástrofes, los cataclismos, los actos terroristas, los conflictos armados, etcétera. Pero presta atención a una regularidad. Los acontecimientos se desarrollan a modo de una espiral: al principio tenemos la intriga; después el desarrollo de la intriga aumenta la tensión; luego, viene la culminación donde las emociones ya abrasan y por fin llega el desenlace: toda la energía se esparce en el espacio y por un tiempo se establece la tranquilidad. Recuerda cómo golpean las olas contra la orilla. Todas esas telenovelas infinitas se escriben utilizando las mismas reglas. Desde el punto de vista objetivo, no tienen nada en especial, todo el «dramatismo», literalmente, es puro invento. Sin embargo, te enganchas a una de éstas con sólo ver un par de capítulos. ¿Por qué, si en esas novelas no pasa nada interesante? Pues porque el péndulo de la telenovela capta la frecuencia de tu emisión mental, y tu atención se fija en este sector.

Veremos cómo opera el mecanismo de desenrolle de la espiral arriba mencionada. Primero, el hombre se enfrenta con algo que, teóricamente, puede emocionarle y puede que no. Supongamos que la noticia trata de un hecho negativo sucedido en cualquier otro país. Es el primer empujón del péndulo destructivo. Si el hombre se conmueve con la noticia, empieza a responder a la acción: expresa su actitud, se emociona; en otras palabras, como respuesta, emite energía del mismo orden y en la misma frecuencia que el primer empujón. Ese hombre, al igual que otros miles, ha respondido al péndulo con su interés y participación. Su emisión entró en resonancia con el péndulo y aumentó su energía. Mientras tanto, los medios de comunicación continúan su campaña. El hombre sigue el desarrollo de los acontecimientos con mucho interés, de nuevo suministrando energía al péndulo. Es así como el péndulo atrae a los partidarios a sus redes y les saca energía. Las personas interesadas en este tipo de noticias permiten que la energía negativa entre en ellos, y se incorporan al juego, por ahora como observadores imparciales.

A primera vista no ha pasado nada en particular; es un hecho corriente. ¿Qué pasa si el hombre ha suministrado una parte de su energía al péndulo? Eso prácticamente no ha afectado su salud. Sin embargo, en realidad resulta que al emitir energía en la frecuencia del suceso negativo, el hombre se traslada a las líneas de la vida donde semejantes acontecimientos suceden cada vez más cerca. El hombre participa en la creación de la intriga y se encuentra dentro de la zona donde actúa la espiral, la cual, a medida que se desenrolle, atrae al hombre hacia dentro como en un embudo. La interacción entre el hombre y el péndulo se torna más estrecha; el hombre llega a aceptar el hecho sucedido como una parte inevitable de su vida. Ahora su atención funciona de modo selectivo: en todas partes encuentra nuevas noticias de hechos semejantes, sucedidos en otros países. Las discute con sus conocidos y familiares, recibe sus respuestas interesadas y compasivas. La energía del péndulo aumenta y el hombre, por la frecuencia de su emisión, se aproxima cada vez más a las líneas de los acontecimientos, donde ya no actúa como un observador imparcial, sino como un participante directo.

Podemos definir el fenómeno de atracción en un embudo como una transición inducida a la línea de la vida donde el partidario pasa a ser víctima del péndulo destructivo. Su respuesta al impulso del péndulo, así como el posterior suministro mutuo de energía de oscilación, inducen la transición a la línea de la vida próxima a la frecuencia de oscilación del péndulo. Y como resultado, el suceso negativo se incorpora a la capa del mundo de ese individuo.

En particular dicho proceso sucede de la siguiente manera: el péndulo te «empuja» con alguna noticia negativa; al reaccionar, también en negativo, le devuelves el «empujón», aumentando de este modo su oscilación y suministrándole energía al mismo tiempo. El péndulo necesita energía, por lo que te devuelve el empujón bajo la forma de una noticia semejante o un detalle nuevo sobre este acontecimiento negativo que tanto te impresionó. Tu reacción, por costumbre, es negativa. Y cada vez la oscilación es más y más fuerte. Balanceándote de esa manera con el péndulo, sintonizas tus pensamientos con la frecuencia de ese acontecimiento e, imperceptiblemente para ti, éste pasa a formar parte de la capa de tu vida. En otras palabras, lo ocurrido en la noticia negativa originaria, de una u otra forma, sucede contigo.

Vadim Zeland: Esl espacio de las variantes, cap. V