Nuestro “verdadero hogar”

Siento que no se supone que olvidemos quiénes somos; tampoco que esta vida sea tan difícil. Pareciera como si nosotros la hiciéramos dura aquí con nuestras ideas y creencias incorrectas.

El entendimiento interno que recibí en ese reino vino a manera de una marca que me quedó impresa; pero si lo pongo en palabras, esto es lo que yo estaría diciendo internamente, en ese estado: ¡Ah, entonces no se supone que la vida sea una lucha –se supone que la gocemos y que nos divirtamos! Desearía haberlo sabido. Ah, entonces mi cuerpo creó el cáncer por todos mis pensamientos poco sabios, por los juicios contra mí misma y por mis creencias limitantes. Todo eso causó en mi interior una gran confusión. Si sólo hubiera sabido que se suponía que viniéramos aquí y nos sintiéramos bien con nosotros mismos y con la vida -simplemente ¡expresémonos y divirtámonos haciéndolo!

1 (89)

Ahora esta parte es un poquito difícil de explicar, pero permítanme tratar de hacerlo. Se me ocurrió preguntarme algo como esto: ¿Por qué algo tan grande -como este cáncer terminal- me pasó por no darme cuenta de mi propia magnificencia?

Simultáneamente, tuve este entendimiento: ¡Ah, ya veo -no me pasó a mí, por haber sido una víctima; el cáncer no era más que mi propio poder y energía no expresados! Se volvió hacía mi interior, en contra de mi cuerpo, en lugar de hacerlo hacia afuera.

Sabía que no era un castigo o algo por el estilo. Era sólo mi propia fuerza de vida expresándose a sí misma como cáncer porque no le permití manifestarse como la magnificente, fuerza poderosa de Anita. Estaba consciente que podía elegir si quería regresar a mi cuerpo o continuar hacia la muerte. El cáncer no estaría más allí porque la energía ya no se estaba expresando de esa manera, sino que iba a estar presente como mí ser infinito.

Regresé con el entendimiento de que el cielo es realmente un estado y no un lugar y he observado que el éxtasis me ha seguido aquí, a la Tierra. Sé que esto suena muy extraño, pero aún más, siento que nuestro “verdadero hogar” es también sólo una forma de ser y no un lugar. Ahora mismo, me siento que estoy en el hogar. No tengo ningún deseo de estar en ninguna otra parte. Es indiferente si estoy aquí o en el otro reino. Son sólo diferentes partes de la experiencia de nuestro grandioso, expandido, infinito y magnificente ser. Nuestro hogar real está en el interior de cada uno de nosotros y nos sigue a dónde quiera que vayamos.

Anita Moorjani: Muero por ser Yo, cap. 18