La importancia personal

Cier­tas cosas de tu vida te importan porque son importantes; tus acciones son ciertamente importantes para ti, pero para mí, ni una sola cosa es importante ya, ni mis acciones ni las acciones de mis semejantes. Pero sigo viviendo porque tengo mi voluntad. Porque he templado mi voluntad a lo largo de toda mi vida, hasta hacerla impecable y completa, y ahora no me importa que nada importe. Mi voluntad controla el desatino de mi vida.

El problema del vivir

Hay otra acción que llega cuando existe un espacio sin centro, una dimensión en la que no hay causa y efecto. Desde ella, el vivir es acción. Aquí, al no haber un centro, cualquier cosa que se haga es libre, gozosa, sin dolor ni placer. Este espacio y esta libertad no son el resultado del esfuerzo y el logro, pero cuando el centro se termina, existe lo otro.

La mente sanada

El cuerpo se mantendrá fuerte y salu­dable si la mente no abusa de él asignándole funciones que no puede cumplir, propósitos que están fuera de su alcance y elevadas metas que no puede alcanzar. Tales intentos ridículos, aun­que celosamente atesorados, son la fuente de los múltiples y dementes ataques a que lo sometes. Pues el cuerpo parece frus­trar tus esperanzas, tus valores y tus sueños, así como no satisfa­cer tus necesidades. El «ser» que necesita protección no es real.

El parque

La obediencia es violencia, y la humildad no tiene relación con la violencia. ¿Por qué un ser humano ha de tener este temor, este respeto y esta falta de respeto? Tiene miedo de la vida con todas sus incertidumbres y ansiedades y teme a los dioses de su propia mente. Es este temor el que conduce al poder y a la agresión.
Es éste, realmente, un mundo de gran dolor y, para amar, tiene uno que estar fuera de él. Estar fuera es estar solo, no comprometido con el mundo.

Alcanzar la consciencia

El primer paso para la adquisición de la consciencia es la comprensión de que no estamos conscientes. Pero esta ilusión no puede cambiarse sola, pues hay muchas otras. Como dije antes, la peor de ellas es la ilusión de que podemos «hacer». Toda nuestra vida se basa en esta ilusión. Siempre pensamos que estamos haciendo, cuando, en realidad, no estamos haciendo nada: todo sucede.

Elijo mi propia realidad

No hay ningún mundo aparte de lo que deseas, y en eso radica, en última instancia, tu liberación. Cambia de mentalidad con res­pecto a lo que quieres ver, y el mundo cambiará a su vez. Las ideas no abandonan su fuente.
Libero al mundo de todo lo que jamás pensé que era, y en lugar de ello elijo mi propia realidad.