Percepción errónea de la ley del karma

Percepción errónea de la ley del karma. El primer error en la forma de percibir la ley del karma es creer que funciona como un castigo o una recompensa. Creemos que si hemos cometi­do «malas» acciones en una vida pasada, deberemos pagarlo con circunstancias difíciles en esta vida, y que si fuimos bue­nos, seremos recompensados. Esto es una percepción erró­nea de la ley del karma. Ésta es una ley educativa en el mejor sentido de la palabra, y en este sentido, la noción de castigo no existe.

Principio de aprendizaje por la ley del karma

La ley del karma es una ley de amor, y sólo existe para sostener nuestra meta fundamental de evolución y de pleni­tud hacia una manifestación más perfecta de nosotros mis­mos. Lo que llamamos una «mala acción» no es más que una demostración dela ausencia de contacto con la voluntad de nuestro Ello que ocasiona nuestra ignorancia de cierta ley y el olvido de lo que somos. Entonces la ley del karma hará que atraigamos a nuestra vida circunstancias que nos permitirán comprender y respetar la voluntad del Ello al tiempo que seguiremos naturalmente esta ley, y así podre­mos encontrar algo más de nuestra esencia. Por tanto, si una «mala acción» en el pasado atrae una circunstancia desagra­dable en nuestra vida actual, no es en absoluto para casti­garnos (el concepto de castigo es una invención de la mente humana y no existe como ley de la naturaleza), sino más bien para darnos la ocasión de experimentar y de aprender acerca de la ley que quizás hayamos transgredido en una circunstancia pasada.

Consciencia objetiva

El cuarto estado, que se llama consciencia objetiva, es inaccesible para nosotros porque sólo puede alcanzarse a través de la consciencia de sí, es decir, primero convirtiéndose en consciente de uno mismo, de manera que mucho después podemos disponernos a alcanzar el estado objetivo de la consciencia.

El hombre es una máquina

Lo único que uno puede pensar seriamente cuando comprende que está en prisión es cómo escapar, no sentarse y llorar por la injusticia en prisión. Las personas son máquinas, son empujadas en cierto sentido y ruedan, y cuando golpean una pared, se detienen y, luego, empiezan a rodar hacia atrás. La justicia, como muchas otras cosas, depende del lugar. Empecemos colocándola desde el punto de vista del sistema.

Somos el reflejo de nuestros pensamientos

Es importantísimo recordar que los problemas, las situaciones y las personas no existen fuera de nosotros tal como los percibimos sino que nuestra percepción es simplemente un reflejo de nuestros pensamientos. Los problemas tampoco son lo que pensamos que son. Nunca sabemos qué es lo que está pasando realmente. Los problemas son siempre “oportunidades”.

Mi vida no me gustaba, así que la cambie

«Me gustaba lamentarme y llorar mucho. Tenía buenas razones para sentirme víctima. Soy indio y a los indios los tratan como a perros. Nada podía yo hacer para remediarlo, de modo que sólo me quedaba mi dolor. Pero entonces mi buena suerte me salvó y alguien me enseñó a cazar. Y me di cuenta de que la forma como vivía no valía la pena vivirse… así que la cambié.»