El sustituto de la realidad

Sustituir es aceptar una cosa por otra. Sólo con que examina­ses exactamente lo que esto implica, percibirías de inmediato cuánto difiere del objetivo que el Espíritu Santo te ha dado y quiere alcanzar por ti. Sustituir es elegir entre dos opciones, renunciando a un aspecto de la Filiación en favor de otro. Para este propósito especial, uno de ellos se juzga como más valioso y reemplaza al otro. La relación en la que la sustitución tuvo lugar queda de este modo fragmentada, y, consecuentemente, su propósito queda dividido. Fragmentar es excluir, y la sustitu­ción es la defensa más potente que el ego tiene para mantener vigente la separación.

Principio de Balance

Ya reparé lo que hice a los que herí, ahora me toca a mí, yo no voy a esperar a que alguien venga a hacer las reparaciones, yo conozco el funcionamiento de la mente y sé que cuanto más tiempo pasen abiertas estas heridas, más daño me hacen.

Tener resentimiento no es mejor que tener la culpa de haber herido a alguien: no es mejor ser la víctima que el victimario, ambos sufren en un nivel o en otro. Es imprescindible no sólo hacer que las personas a las que dañamos nos perdonen sino que debemos liberarnos de los resentimientos de los que nos hirieron.

Unidad del alma y la mente II

El alma no admitirá los objetivos falsos, pues tiene sus inclinaciones y necesidades. Al perseguir objetivos falsos no conseguirás nada o, al conseguirlo, comprenderás que ya no necesitas lo que acabas de obtener.

El Transurfing no tiene nada que ver con los péndulos; por tanto te ofrece un camino absolutamente contrario. No cambiar, sino aceptarte a ti mismo.

Cooperar y compartir

Ya hay un gran número de personas preparadas para trascender el individualismo y vivir la unidad a un nivel superior, no a base de elucubraciones filosóficas sino de manera concreta, lo cual se traduce en un deseo de cooperación y de unión, en un deseo de reunirse en comunidad para crear juntos desde una visión común; no porque se tenga necesidad de los demás, sino porque se siente un impulso interno –en realidad, el del Maestro del Corazón– para poner en común las facultades y recursos de cada uno para el bien de todos. Eso da lugar a un nuevo tipo de grupo o comunidad, casi opuesta en sus características a las tribus o grupos que seguían pasivamente a su jefe. Están constituidos por personas autónomas, responsables y muy desarrolladas a nivel individual, que deciden libremente, desde el corazón, reunirse para llevar a cabo una tarea común en medio del respeto, la cooperación y el apoyo mutuos. Es el modo óptimo de funcionamiento del ser humano, el que hará que el mundo cambie por completo. Y el que desea el Maestro que reside en el Corazón. Cuando se alcanza ese estadio, la coherencia se establece en uno mismo, en las creaciones comunes y en el entorno. La conciencia de la humanidad se ha desarrollado ya lo suficiente como para dejar de funcionar de modo individual y separado; debe tener una visión común y recuperar su capacidad de compartir.

El hombre y el mundo

Debemos estudiar al mundo en el que el hombre vive, a fin de tratar de entender por qué el hombre es lo que es y por qué no puede ser diferente. No podemos encontrar respuestas a todas estas preguntas si estudiamos al hombre separadamente del mundo en el que vive. En cierto sentido, el hombre es análogo al universo; las mismas leyes operan en él y hallaremos que es más fácil entender alguna de estas leyes, estudiando al hombre, mientras otras leyes las podemos entender mejor, estudiando al universo.Ouspensky, conocimiento, mundo, hombre