Palabras mágicas

Cuando sembramos una semilla, lo que esperamos de ella es que crezca un árbol. Igual sucede con lo que decimos, nuestras palabras tienen un poder creativo. Cuando hablamos le estamos dando vida a lo que decimos, estamos sembrando las semillas de lo que mañana será un árbol. Somos quienes somos porque lo hemos pensado y hablado en el pasado y todo lo que decimos se convierte en una profecía auto-realizada.

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Lo que decimos de nosotros mismos, es lo que estamos creyendo y creando. Si no te gusta lo que estás experimentando comienza a cambiar tus palabras. No sembremos semillas negativas, y pongamos mucha atención a lo que expresamos. Aprendamos a profetizar lo bueno y sembraremos la semilla del bien, y así será nuestra la realidad. Es mejor no decir nada que decir algo negativo.

Las palabras están cargadas de energía, y aunque desconocemos el proceso a través del cual afectan al mundo que vemos, conocemos sus efectos a través del Dr. Masaru Emoto, científico japonés que ha hecho experimentos con el agua sometiéndola a distintos estímulos, tales como la música, las palabras y las emociones. En su libro “Mensajes del Agua” explica detalladamente los descubrimientos acerca del efecto que ejercen las palabras sobre las moléculas de agua.

El agua, lejos de estar inanimada, está realmente viva y responde a nuestros pensamientos, emociones y palabras. En los experimentos se usaron distintas palabras y las moléculas del agua se transformaron en hermosos cristales cuando se repetía, “amor”, “gracias”, “comprensión”; mientras que ante la palabra “demonio”, la estructura permaneció oscura y amorfa, sin que apareciera formación cristalina alguna. ¿Te imaginas lo que hacen tus palabras en tu organismo? Nuestros cuerpos están compuestos por agua en más de un 75% y en los bebés ese porcentaje es aún mayor.

Analicemos nuestras palabras, prestemos atención a lo que decimos sobre el dinero, sobre la familia, acerca del amor. ¡No puedo! ¡Nadie me ama! ¡No tengo dinero!

Estamos bloqueando la fuente que permite que todas las probabilidades se vuelvan posibles. Estamos enviando un mandato al universo. Todos afectamos nuestra realidad con nuestras palabras.

Con cada palabra limitante que pronunciamos, enviamos la frecuencia intrínseca directamente al cosmos. Todas nuestras palabras están impregnadas de las energías y las partículas que van a hacer que tus mandatos se transformen en realidad. Tu mundo cuántico te ve como Dios. Tú eres el comandante en jefe de toda tu vida. Cambiemos nuestros hábitos al hablar y limpiemos nuestras creencias.

Hay palabras que usamos comúnmente sin saber que tienen una carga negativa o que simplemente nos restan poder. Algunos ejemplos podrían ser: tengo esperanzas de, quizás, espero que sí, vamos a ver, tal vez, ojalá, puede ser, podría ser, cuando tenga… o cuando pueda. Estos son mensajes ambiguos que generalmente usamos cuando no nos queremos hacer cargo, y dejamos que nuestros programas nos manejen. Luego decimos que somos víctimas de las circunstancias. Nosotros afectamos la realidad no sólo con las palabras pronunciadas, también con las escritas y pensadas. A través de nuestras palabras también podemos traer amor y paz a nuestra vida

No se trata de cambiar nuestras palabras, se trata de modificar nuestra manera de pensar, de romper nuestros viejos patrones de pensamientos negativos. De realmente comprender que ellos son la causa de la vida que llevamos ahora.

Jocelyne Ramniceanu: Palabras mágicas, cap. IX