Pensamiento y consciencia

El pensamiento es un proceso mecánico, puede trabajar sin la consciencia o con muy poca consciencia. Y la consciencia puede existir sin pensamiento perceptible.

El recuerdo de sí es sólo efectivo si uno comprende que no se recuerda pero que puede recordarse.

Tenemos el poder no sólo para pensar sino también para pensar sobre esto y aquello. De modo que podemos hacer ambas cosas: podemos eliminar los pensamientos inútiles y podemos también poner en el centro de nuestro pensar el darnos cuenta del «yo»: «Yo estoy aquí», «Yo estoy pensando».

Toda clase de momento emocional, de choque emocional, hace que usted comprenda «yo soy». Lo comprende sin ninguna teoría detrás de eso: si se encuentra en un sitio muy inesperado, tiene un sentimiento de «yo» y «aquí»; cuando está en circunstancias inusuales, esto le recuerda siempre su existencia. Pero, en condiciones acostumbradas, siempre olvidamos.

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El recuerdo de sí es el único modo para alcanzar todo el resto, porque es lo primero que nos falta. Estamos siempre olvidándonos de un momento a otro, y este estado debe ser cambiado. Uno debe recordarse: este es el comienzo y el fin de toda la cosa, porque cuando uno tiene eso, lo tiene todo.

La atención puede considerarse como el comienzo elemental de la consciencia: el primer grado. No es la consciencia plena porque soto se dirige en un sentido. Como dije, la consciencia necesita doble atención.

Si queremos tener voluntad, si queremos ser libres en vez de marionetas, si queremos despertar, debemos desarrollar la consciencia. Si comprendemos que estamos dormidos y que todas las personas están dormidas, y lo que esto significa, entonces se explican todos los absurdos de la vida. Está absolutamente claro que la gente no puede hacer nada, de modo diferente de lo que hace ahora, si está dormida.

Si le parece absolutamente imposible recordarse a voluntad, aunque no le parece tan absolutamente difícil observarse, debe intentar métodos que lo produzcan. Ensaye este método de interrumpir sus pensamientos, de ver cuánto tiempo puede mantener interrumpidos sus pensamientos, de no pensar en nada, si es que usted conoce acerca del recuerdo de sí. Pero suponga que ensaye esto un hombre que no conoce acerca del recuerdo de sí: de este modo no llegará a la idea del recuerdo de sí. Si usted ya conoce, eso creará un momento de recuerdo de sí; durante cuánto tiempo dependerá de sus esfuerzos. Es un método muy bueno. Este método es descrito, por ejemplo, en algunos libros sobre Yoga, pero la gente que lo ensaya no sabe por qué lo hace, de modo que no puede producir buenos resultados. Totalmente lo contrario, puede producir una especie de estado de trance.

Puede estudiarla para entender el principio de que si hace cierta cosa sabiendo qué es ésta, le da un resultado, y si hace casi la misma cosa sin saber qué es ésta, le da un resultado diferente. Muchas personas llegan, en la práctica, muy cerca del recuerdo de sí; otras llegan, en la teoría, muy cerca de él, pero sin práctica (o teoría sin práctica, o práctica sin teoría), y ni de una ni de la otra llegaron a la verdad real. Por ejemplo, en la denominada literatura Yoga, hay muchas cercanas aproximaciones al recuerdo de sí. Por ejemplo, hablan sobre la consciencia del «yo soy», pero son tan teóricos que de esto no pueden obtener nada.

El recuerdo de sí nunca fue mencionado en literatura alguna de una forma exacta y concreta, aunque se habla de él, de forma disfrazada, en el Nuevo Testamento y en los escritos budistas. Por ejemplo, cuando se dice: «Vigila, no duermas», esto es recuerdo de sí. Pero la gente lo interpreta de modo diferente.

Usted no puede controlar las emociones. Simplemente, decide recordarse. Le he dado un método muy simple y práctico. Trate de interrumpir sus pensamientos pero, al mismo tiempo, no olvide su objetivo: que lo hace a fin de recordarse. Eso puede ayudar. ¿Qué impide el recuerdo de sí?

Este giro constante de los pensamientos. Interrumpa este giro, y tal vez llegue a degustar esto.

El recuerdo de sí requiere el mejor trabajo que usted pueda producir, de modo que, cuantos más centros tomen parte en él, mejor será el resultado. El recuerdo de sí no puede producirse mediante un trabajo lento y débil: el trabajo de uno o dos centros. Puede empezar usted con dos centros, pero no es suficiente, porque los otros centros pueden interrumpir su recuerdo de sí y detenerlo. Debe recordar siempre que el recuerdo de sí necesita el mejor trabajo del que usted sea capaz.

La idea es recordarse, estar consciente de uno mismo. Y lo que llega con ello, usted tan sólo lo advierte, no debe imponerle ninguna exigencia definida. Si convierte esto en una práctica regular para intentarlo y recordarse tres o cuatro veces por día, el recuerdo de sí llegará por sí sólo en los intervalos, cuando lo necesite. Pero eso lo advertirá después. Debe convertirlo en una práctica regular para intentarlo y recordarse, si es posible a las mismas horas del día. Y, como dije, la práctica de detener los pensamientos producirá el mismo efecto. De modo que, si no puede recordarse, trate de detener los pensamientos. Usted puede detener los pensamientos, pero no debe contrariarse si al principio no puede. Detener los pensamientos es algo muy difícil. No puede decirse: «Detendré los pensamientos», y que ellos se detengan. Tiene que usar el esfuerzo todo el tiempo. De modo que no debe hacerlo durante largo tiempo. Si lo hace durante pocos minutos, es absolutamente suficiente; de lo contrario, se persuadirá que lo está haciendo, cuando, en lugar de ello, estará tan sólo sentado tranquilamente, y pensará y estará muy feliz con eso. Usted debe mantener un sólo pensamiento tanto como pueda; «No quiero pensar en nada más», y desechar todos los otros pensamientos. Es un ejercicio muy bueno, pero sólo un ejercicio.

P. D. Ouspensky: El cuarto camino, cap. V