Placer y conciencia

Si queremos empezar a caminar por la vía del Maestro interior, tenemos que acoger el placer y experimentarlo a fondo de manera cada vez más consciente con el fin de vivirlo en armonía con nosotros mismos y con el universo. Ser conscientes de él nos lleva a distinguir claramente la diferencia que existe entre el placer limitado que produce la satisfacción personal y el gozo inmenso que procede de un corazón abierto. La diferencia no se percibe mediante un razonamiento intelectual, sino a través de la experiencia consciente de la vida. Si estamos a la escucha de lo que ocurre en nuestro interior, desarrollamos un sentido intuitivo de las cosas verdaderas que nos hace captar enseguida la diferencia entre los placeres ordinarios, efímeros y agotadores procedentes del mundo horizontal y los extraordinarios, provechosos y permanentes del mundo vertical. ¿Cómo se distinguen? Es muy fácil. Desde el momento en que se ha saboreado la felicidad del alma, los placeres del ego pierden todo interés, sencillamente. Cuando uno se ha deleitado con el perfume de una rosa, el olor del plástico ya no le atrae mucho…

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¡Tengamos pues una vida buena, sana, santa… y llena de gozo!

En medio de una profunda paz y con una sonrisa sincera, el Maestro que reside en el Corazón nos invita a disfrutar plenamente del gran privilegio de la vida.

El poder, utilizado desde hace miles de años en el camino inferior de la conciencia, se ha convertido en sinónimo de abuso, manipulación, injerencia y dominación; en una palabra, origen de mucho sufrimiento. Todos, tanto individual como colectivamente, llevamos una pesada carga de memorias relacionadas con el uso despiadado del poder. Por eso, muchas personas que desean una vida de mayor armonía, una vida espiritual, conscientes de las terribles trampas del poder, rechazan éste en todas sus formas. Es cierto que el sufrimiento ligado al abuso de poder, tanto aquel del que hemos sido víctimas como el que nosotros mismos hemos perpetrado, está fuertemente anclado en el fondo de nuestro ser. Queda por hacer un enorme trabajo de sanación individual y colectiva, desde luego. Además, los juegos de poder procedentes del ego están todavía presentes en la sociedad, tanto en las relaciones afectivas como en las profesionales. Sin embargo, liberarse del miedo a “perder el propio territorio” es un proceso de sanación esencial. Iluminar esas memorias con la luz sanadora del Maestro interior es tranquilizador y nos permite hallar el verdadero poder del Corazón, el que realmente nos beneficia. Si bien es cierto que el poder es peligroso cuando es utilizado por el ego, no es menos cierto que resulta indispensable para expresar todo el potencial del alma.

Lo mismo que hemos indicado para el placer, no es la búsqueda de poder lo que hay que poner en entredicho, sino la intención que subyace en esa búsqueda. El ego, movido por el miedo, lo utiliza con fines personales y trata de anular el poder y la energía de los demás para controlar y dominar. Utilizado por el ego, el poder separa. Pero el Maestro interior utiliza su poder para darlo a los demás. No teme nada, y comparte. Utilizado por el alma, el poder sana, une y crea positivamente.

Así que la vía del Maestro que vive en nuestro Corazón no sólo es la vía del gozo máximo, sino también la vía del poder. Se trata de ponerlo al servicio del Maestro, sencillamente, que lo está deseando. Una vez desmitificadas ambas realidades y desarrollándolas correctamente en la vida cotidiana, sin miedo ni culpabilidad, avanzaremos por el camino regio que nos llevará a descubrir la presencia silenciosa del Maestro del Corazón.

Annie Marquier: El Maestro del corazón, cap. 18-I