POLARIDAD Y NO-DUALIDAD

                       “Mi hogar está en lo inmutable, lo cual parece ser un estado de constante reconciliación e integración de los opuestos.”             

                                                                           Nisargadatta

“El punto donde esto y aquello no tienen su pareja es el quicio del Tao.”

                                                                            Chuang-Tzu

Según el Advaita, nos apartamos de nuestra Conciencia originalmente pura y unitiva por la acción limitadora y divisoria de maya que superpone al Ser lo que no-es ocultando así su/nuestra verdadera naturaleza. La raíz y el primer paso de este proceso de constitución de falsas auto-identificaciones es la separación inicial entre el “yo” y el “no yo”. Esta dualidad entre lo que somos y lo que no somos (sujeto cognoscente y objeto conocido, el que ve y lo visto, la vivencia subjetiva y el mundo experimentado) es la primera que surge en nuestra conciencia; de hecho, advertir la relatividad de esta separación es advertir la relatividad de toda división.

POLARIDAD Y NO-DUALIDAD

En el mismo movimiento por el que yo establece esta primera escisión en su conciencia, se divide de su fuente, se auto-limita y se exilia de la raíz de su ser -que enlaza todo en Todo, y por la cual la parte es siempre símbolo del Todo-. El yo así dividido -del Ser, del mundo externo y de los otros- se vuelve divisor en su visión. Se encadena de este modo a un mundo internamente escindido, un mundo de pares de contrarios: yo y no-yo, interno y externo, sujeto y objeto, etc, en los que, a su vez, se deriva otros como resultado de este erigirse el yo limitado en centro y medida: bien y mal, verdad y error, puro e impuro, mérito y pecado, grande y pequeño, etc.

Para el Advaita, como para tantas otras doctrinas metafísicas, lo constituido por contrarios no es tanto el mundo, como el conocimiento que nuestra conciencia dividida nos proporciona de él. Es nuestra conciencia dual la que divide todo en parejas de contrarios, discrimina entre lo así dividido y elige un polo de la dualidad siempre a costa de la exclusión de su opuesto.

El mundo se presenta en nuestra conciencia dual como constituido por elementos aparentemente contrarios. Pero la observación del hecho de la absoluta interdependencia de los opuestos (estos solo existen en su referencia mutua) desvela la realidad de una unidad que los enlaza: en otras palabras, los opuestos no son propiamente contrarios, sino fases diversas, pero complementarias, de un único movimiento pendular. Si no inhalamos no exhalamos, no hay vida sin muerte ni cabe concebir la muerte sin su referencia a la vida, no hay luz sin oscuridad, placer sin dolor, etc. este ritmo o alternancia de dos polos es, para las cosmologías orientales, el esquema básico de la realidad manifestada. (La propia manifestación del cosmos se simboliza, en la cosmología hindú con la espiración de Brahman: Pranava, y la reintegración del cosmos a lo inmanifiesto, con su inspiración: Pralaya).

La vida nace y se sostiene en esta dinámica dual y la interdependencia y reciprocidad interna de los polos de cada dualidad -repetimos- nos habla de una unidad que, más allá de la aparente naturaleza contraria y divergente de los opuestos, los enlaza. Una unidad, eso sí, inaccesible para nuestra conciencia ordinaria, esencialmente divisora, dual o, lo que es lo mismo, sucesiva, secuencial, temporal.

La sabiduría de la NO-dualidad

Mónica Cavallé