Principio de arrepentimiento

Si yo he herido a alguien hoy
Con pensamientos, palabras u obras
O si le fallé a otro en su necesidad
Yo ahora me arrepiento

Dicen los Buddhistas tibetanos que uno de los cuatro poderes oponentes con los cuales se libera el karma negativo es el poder del arrepentimiento o poder de la destrucción. Se le llama destrucción porque se destruye directamente eso que está mal desde su raíz, porque arrepentimiento es sentir, profunda y realmente, rechazo hacia la acción que se realizó.

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En el Chamanismo Huna esto es así también aunque otra vez siento un poco de preocupación de usar equivalencias porque luego muchas personas tratan de hacer equivalencias que van más allá de la simple referencia.

Cuando hablamos de arrepentimiento significa que este sentimiento surge en el corazón y en la mente de la persona: «Ojalá no lo hubiese hecho». Debe existir esta sensación de: «Si pudiera vivir ese momento de nuevo, no lo hubiese hecho».

Lo que pasa es que hay una diferencia sutil entre el arrepentimiento genuino y el arrepentimiento cotidiano y común: En el caso del arrepentimiento cotidiano, uno se arrepiente de que su acción haya tenido un efecto secundario indeseable; pero en el fondo nos agrada la acción, la repetiríamos, y podemos llegar a pensar que el efecto secundario indeseado es un mal necesario; que siempre hay que hacer ciertos sacrificios, tanto mejor cuando no somos nosotros quienes los hacemos.

Cuando uno se arrepiente genuinamente, entiende como si aquél que hizo esas acciones en el pasado no existe más, uno siente que ha cambiado, que ahora jamás repetiría algo así, esto es porque su imagen de sí mismo ha cambiado y ahora no es capaz de identificarse con la forma anterior que tenía.

Si yo he herido a alguien hoy
Con pensamientos, palabras u obras
O si le fallé a otro en su necesidad
Yo ahora me arrepiento

Si yo he herido a alguien hoy, con pensamientos palabras u obras, esto es tremendamente significativo, porque muestra una cosa interesante dentro del sistema huna: El concepto del pecado.

El pecado es para los Kahunas herir a alguien. No hay nada más que eso, de hecho, es interesante que siendo una plegaria no inicie haciendo un llamamiento a algún ser superior, sino que empieza con una declaración, porque no es a Dios que debe pedir perdón, es a aquél a quien se haya herido.

Es evidente que dentro del Sistema Huna no se puede pecar contra Dios o contra los Dioses porque eso sólo sería posible si uno pudiera herir a estos seres, cosa que es completamente imposible para un ser humano.

Entonces si no ha habido daño a nadie, de modo intencionado, no hay pecado. No hay mandamientos ni normativas morales, pero una regla tan simple indica que tampoco se puede tener atenuantes, por ello si uno hizo daño a otro con el fin de herirlo, aún si esta persona lo mereciese es un pecado.

Los pecados tienen como consecuencia que se obstruye el canal de comunicación con el Aumakua el Espíritu Paternal, entonces uno no puede recibir su orientación y queda atrapado en memorias repetitivas. Por ello las personas que no perdonan se sienten atrapadas y faltas de vida y creatividad.

En la Biblia de los cristianos se dice «El día que comas del árbol [el día que peques] ciertamente morirás». Pecar es morir, mientras uno está bajo el pecado está como muerto, es claro que la terminología puede resultar confusa para los cristianos, pero lo que digo aquí es que mientras uno cargue sobre sí la culpa de haber herido a otros está sufriendo, está limitado, no importa que uno vea que de repente estas personas luzcan muy felices, no lo están, están viviendo una vida sin inspiración porque han obstruido su camino hacia la verdadera fuente de la felicidad, el Espíritu Paternal, el Aumakua.

Otra cosa profundamente interesante de lo que habla esta primera parte es de que el error puede ser herir por medio del pensamiento, la palabra y la obra, es decir, los planos donde el ser humano se manifiesta. Pero no termina ahí el asunto sino que añade «O si falté a otro en su necesidad». Que poderosa forma de confesar los pecados de omisión.

Si alguien está frente a ti y tiene una necesidad que tú puedes cubrir, debes cubrirla, si al no cubrirla él sufre, has fallado, has pecado. ¿Ves como se diluye la idea de libre albedrío cuando uno mira con profundidad? Esto me recuerda una frase de un filósofo cuyo nombre no recuerdo, pero que solía decir: Si alguien posa su mirada sobre ti, te haces responsable de él. Esto es fundamental para que uno comprenda la base del Ho’Oponopono que es llamada Responsabilidad Global.

Algunos hablan de esto en términos de 100% Responsabilidad, pero como están enfermos de ego, creen que 100% Responsabilidad se refiere a que eres 100% responsable de todo lo que pasa en tu vida, de lo que vives, sufres y padeces. Esto es otra forma de reforzar el mito del libre albedrío.

Por otro lado, la Responsabilidad Global entendida en su amplitud significa que todos somos responsables de lo que le ocurra a absolutamente todos los seres del universo. Si consideramos nuestras acciones y omisiones veremos que es mucho el pecado que se acumula sobre nosotros diariamente, es por esto por lo que uno debe balancear esta carga que de no verla y considerarla puede terminar limitando nuestro potencial real y nuestra felicidad.

El Chamanismo claramente enseña que de hecho los seres no existen como tales sino que son elaboraciones que nuestras mentes hacen de otras realidades. Esto es muy difícil de entender de entrada, así que en muchos casos es mejor que la persona simplemente entienda que como ser humano racional y consciente es responsable de la felicidad de todos los seres vivientes, tal como un Chamán es el responsable de la felicidad de todos en su aldea.

Nuestra dejadez y desinterés hacia la felicidad de los demás es algo que nos juega en contra, entonces debemos de arrepentimos de esta actitud facilista que nos hace creer que hemos nacido en condiciones más favorables que otros o hemos adquirido más conocimiento que otros sólo porque lo merecemos, en lugar de notar que estamos en el lugar que estamos porque la naturaleza confía en que seremos capaces de despertar y aplicar lo que sabemos y lo que tenemos, en la consecución de un bien mayor a nuestros propios intereses egoístas.

Shri Khaishvara Satyam Mahadeva: El Otro secreto, cap. 2