¿Qué es un sentimiento?

Decimos: «Estoy triste» o «Tengo miedo».

Pero, ¿cómo lo sabemos? ¿Cómo sabemos que estamos tristes, alegres, enojados, temerosos, confundidos, satisfechos?

¿Dónde está la evidencia, en este preciso momento? ¿Acaso nos estamos contando una historia?

En lugar de ponernos en contacto con las sensaciones crudas en el momento presente que surgen en la barriga, en el pecho, en la garganta; con el cosquilleo vivo, vibrante; con la palpitante vida en el cuerpo, nos enfocamos de inmediato en nuestras cabezas, en lo abstracto, en lo conceptual, en el pensamiento basado en el tiempo.

Comenzamos a PENSAR ACERCA DE nuestros sentimientos, comenzamos a preguntarnos POR QUÉ sentimos como sentimos, qué fue lo que provocó esos sentimientos, qué o quién tiene la culpa, lo terrible o maravillosa que es nuestra situación de vida, qué pasará o no pasará en el futuro.

Saltamos tan precipitadamente hacia el juicio, hacia la justificación, hacia la memoria.

Nos desconectamos del presente intemporal, donde las sensaciones se mueven y cosquillean, y nos introducimos en el tiempo, en el ‘rebobinar o adelantar,’ como le llamo yo.

Nos desconectamos del poder que hay en nuestros cuerpos y ponemos en marcha una historia acerca del ‘sentir’.

Para la mayoría de la gente, esto es justo lo que ha pasado en el momento en que dice: «Me siento…», o en el momento en que expresa sus sentimientos. ¡No están sintiendo nada en absoluto! Están contando historias acerca de sus sentimientos, incluso las actúan. Se han apartado de sus cuerpos para perderse en el pensar, en el ‘hacer.’

¿La invitación?

Vuelve al cuerpo. Vuelve a la agitación que se siente en la barriga, a la presión en el pecho, al cosquilleo en la garganta. Siente las traviesas, estremecedoras, agudas energías de cada sensación. El cuerpo no miente. Vuelve a la poderosa danza de vida que nace en este momento.

Olvida las palabras, las etiquetas, ‘triste’, ‘enojado’, ‘temeroso,’ ‘ansioso,’ olvida los juicios (‘positivo,’ ‘negativo’), olvida el drama e invita a tu atención a que se entregue a lo que realmente se mueve en el cuerpo. En este punto, puede que las palabras se vuelvan innecesarias.

Los sentimientos, a diferencia de los pensamientos, no viven en el mundo del pasado y el futuro, viven en el presente intemporal.

Sólo entonces podemos verdaderamente llamarlos ‘sentimientos.’

Jeff Foster