Responsabilidad

El concepto de responsabilidad nos quita un peso de encima sobre la suerte de los demás.

Hemos visto que no hay salvador e, inversamente, no te­nemos que salvar a nadie. Nadie hará nuestra evolución en nuestro lugar, y no podemos determinar la evolución de nadie en su lugar. Lo máximo que podamos hacer es ofrecer nuestro apoyo al otro, siempre que esté de acuerdo. Reconocemos el poder de su Ello, lo respetamos y le damos confianza.

 

Responsabilidad

Esto se aplica en particular cuando se trata de nuestros hijos. Es cierto que como padres deseamos hacer lo mejor por nuestros hijos, con los recursos que tenemos. Ciertos padres sinceros se preguntan a menudo dos cuestiones: De entrada: ¿Somos o hemos sido buenos padres?

Muchas personas en crecimiento consciente se dan cuen­ta después de varios años que efectivamente han educado sus hijos con unos principios que ahora descubren inapropiados e incluso destructores. Además, para aliviar la conciencia de un peso inútil, recordemos que nuestros hijos nos han elegi­do exactamente como somos, con nuestras cualidades y nuestros defectos (lo que se ha dicho anteriormente sobre la culpabilidad se aplica directamente aquí). No podemos hacer más, de lo que nuestro grado de evolución nos permite o nos ha permitido hacer. Nuestros hijos nos han elegido así. A nivel de sus Ellos, cuando eligieron, conocían los límites de nuestra personalidad. Somos, o hemos sido, los padres per­fectos para nuestros hijos, perfectos en el sentido que he­mos sido nosotros los elegidos por ellos para evolucionar y crecer en su vida. Continuaremos ciertamente haciendo lo mejor que podamos con los recursos materiales y psicológi­cos que tenemos. Pero una vez hecho esto, es completamente inútil censurarse y sentirse culpables por lo que no somos, o no hemos sido capaces de hacer.

Luego viene la cuestión siguiente: ¿qué podemos hacer para evitar los sufrimientos a nuestros hijos?

Mucho y poco a la vez. Cada uno de nuestros hijos tiene un Ello que ha decidido y va a decidir desde el principio paso a paso, lo que hará con las circunstancias que ha elegido. Sus elecciones subsecuentes dependerán de sus niveles de evolu­ción, de lo que han elegido venir a experimentar en esta vida. En este sentido no podemos cambiar nada.

Sin embargo, sí podemos mucho en el sentido de que, les da­mos el ejemplo del amor, de la sabiduría y de un gran número de valores, y eso podría tener un impacto positivo sobre ellos, si quieren naturalmente recibir este impacto; esto de­pende de sus bagajes evolutivos y de las razones por las cua­les nos han elegido. Podemos ofrecer lo mejor que tenemos a nuestros hijos, pero pueden elegir cogerlo o no. Nuestros hijos eligen libremente sus vidas, y han empezado a ejercer esa libertad con la elección que han hecho de sus padres.

Si los hijos eligen sus padres, lo contrario también es ver­dad. Los padres atraen a sus hijos. Esta atracción y esta elec­ción, deben ser mutuas para realizarse. Hemos atraído a nuestros hijos porque tenemos cosas muy precisas que expe­rimentar y que desarrollar al contacto con ellos. No es por casualidad si están con nosotros. A menudo los hijos peque­ños se acuerdan todavía de sus vidas anteriores. Pueden en­tonces en ciertas ocasiones decirnos con mucho candor que ya han vivido y estado en relación con nosotros (además no necesariamente bajo la forma de relación padre-hijo).

Annie Marquier: El poder de elegir, cap. 11