Sobre el amor

¿Por qué todos nosotros ansiamos tan desesperadamente que se nos ame?

Porque somos tan desesperadamente vacíos, solitarios.

Amar es más importante que ser amado. Uno tiene que comprender esta vacuidad, esta desesperada soledad en uno mismo. Una mente ocupada consigo misma, con sus propias ambiciones, su codicia, sus temores, sus sentimientos de culpabilidad, su sufrimiento, carece de la capacidad de amar. Una mente dividida en sí misma, que vive en fragmentos, es obvio que no puede amar. La división implica dolor, es la causa fundamental del dolor –la división entre el “tú” y el “yo”, el “nosotros” y el “ellos”, el negro, el blanco, el moreno, etcétera–. Por lo tanto, dondequiera que haya división, fragmentación, el amor no puede existir, porque la bondad es un estado de no-división. El mundo en sí es indivisible.

Sobre el amor

El conocimiento propio es el comienzo de la sabiduría y, por lo tanto, la sabiduría y el amor marchan juntos. Esto significa que hay amor solamente cuando me he comprendido de verdad a mí mismo y, por consiguiente, sé que en mí no existe ninguna fragmentación –no hay sentimientos de ira, de ambición, de codicia, ni actividad separativa alguna.

Es el esfuerzo el que nos destruye, la vida es una serie de batallas y el único hombre feliz es aquel que no está atrapado en el esfuerzo. ¿Puede uno hacer cualquier trabajo en el mundo sin algún perseverante esfuerzo?

¿Y qué es el esfuerzo? Es una contradicción de energías, ¿verdad? Una energía oponiéndose a otra energía. ¿No podría haber un impulso firme en una sola dirección?

Si hay un único impulso, una única actividad, ¿dónde está ahí la contradicción? No hay desperdicio de energía ni conflicto. Si salgo para dar un paseo, salgo para dar un paseo. Y si quiero salir a pasear pero tengo que hacer alguna otra cosa, entonces comienzan la contradicción, el conflicto, el esfuerzo. Es por eso que, para comprender el esfuerzo, uno ha de descubrir lo contradictorios que somos.

Jiddu Krishnamurti: Encuentro con la vida