Sufrimiento y felicidad

El mundo actual, en sus aspectos más dolorosos, no es más que la expresión de los mecanismos inferiores de la conciencia, donde el amor y la inteligencia permanecen secuestrados por un conjunto de mecanismos automáticos mentales-emocionales primarios e inconscientes no dominados.

Mientras seamos inconscientes, estaremos sometidos a la fuerza mecánica del ego y viviremos en lo que se llama el mundo de la ilusión, un mundo de angustia y sufrimiento. Pero es inútil culpar al ego y lamentarnos de los errores y deslices pasados. Por dolorosos que resultaran, fueron necesarios para la maduración de la conciencia. Y, efectivamente, es el sufrimiento lo que la despierta.

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La falta de conciencia hace nacer el sufrimiento.

El sufrimiento hace nacer la conciencia.

La conciencia hace desaparecer el sufrimiento.

Según todo lo anterior, es evidente que los mecanismos del ego no pueden aportar felicidad. No porque el ego sea malo, sino porque es una máquina y la verdadera felicidad no está en su programa. La fuerza que durante tanto tiempo nos ha empujado a buscar seguridad, placer y poder, y que creemos que en la búsqueda de la felicidad, es sólo una fuerza de la Naturaleza que está cumpliendo una misión: la de construir el instrumento humano, el ego, y anclarlo en la materia. No es mala. No hay que combatirla. Debe ser reconocida por lo que es, sin más.

Corren tiempos nuevos, y ha llegado el momento de cambiar radicalmente de dirección porque la conciencia humana está preparada para despertar a otra realidad. El verdadero Despertar no tiene por qué ser una experiencia misteriosa, mística o grandiosa, acompañada de unos ángeles tocando trompetas. El verdadero despertar comienza por la toma de conciencia de esa maravillosa máquina nuestra que es el ego y la decisión de utilizarla conscientemente en lugar de dejar que sea ella la que nos utilice.

Hemos de reconocer que, por ahora, la mayoría de la humanidad, la inmensa mayoría, sigue funcionando según el nivel inferior de conciencia. Sin embargo, crece sin cesar el número de personas que está despertando y que escucha la voz del Maestro interior que, tras la máquina, transmite directamente su voluntad. No siempre resulta fácil vivir esa situación. Conmueve ver al ser humano que, sometido a una lucha interior entre los deseos del ego y la voluntad del alma, se debate en medio del sufrimiento en busca de la paz y de la felicidad. Pero es así, poniéndose a sí mismo en entredicho y gracias a grandes esfuerzos, como está emergiendo el nuevo circuito de la conciencia que será fuente del profundo bienestar al que aspira.

Es posible vivir de otra manera. Pero, para salir de una prisión, hay que conocer los planos… ¡porque, salidas, las hay!

Annie Marquier: El maestro del corazón, cap. 4