Conciencia divina

Cesar de correr de un lado para otro en el espacio o en el tiempo. Cesar de buscar, cesar de resistir. Cesar, no físicamente sino interiormente.
Y en esta inmovilidad, esta apertura y este silencio, nues­tro ser explota en la luz, como el cosmos ha explotado hace millones de años en una multitud de galaxias, una explosión de vida, de energía, de creación.
Y, sin haber hecho nada, entonces podemos participar en la fiesta, en la celebración de la creación del Universo en la gran risa de Dios.
La vida no es verdaderamente lo que pensamos. Que las puertas se abran y que el camino nos sea mostrado para salir de nuestra gran ilusión. Que nuestra perfección y la del Uni­verso nos sean reveladas.
El Universo es perfecto.

Responsabilidad-atracción-creación

La liberación de las emociones negativas y la plenitud del ser a nivel personal no pueden ha­cer otra cosa que acarrear consecuencias extremadamente positivas a nivel colectivo: social, nacional e internacional. Lo que ocurre fuera, en el mundo, no es más que el reflejo del estado de conciencia de la humanidad. Sólo mediante un cambio de la conciencia personal en primer lugar, que más tarde resultará colectivo naturalmente, podrán cambiar los acontecimientos exteriores. Cuando los seres humanos elijan paradigmas que les permitan vivir en paz con ellos mismos y con sus prójimos, tendremos la posibilidad de construir un mundo de comprensión, de ayuda mutua, de armonía, de be­lleza y de dicha, en el seno del cual reinará la paz entre los pueblos. El paradigma de responsabilidad-atracción-creación es uno de ellos.

Pensamiento creador

Cuando nos reconocemos como creadores, ya hemos men­cionado que favorecemos la identificación con el Ello. Eso nos permite en particular estar en contacto con su poder creador. Hemos observado que las personas que practican el principio de responsabilidad puedan llegar a atraer cons­cientemente ciertos acontecimientos o situaciones, atrayendo a la gente que les es favorable y generando incluso lo que parecen ser «milagros» en sus vidas. Tan fuerte es el poder del pensamiento creador.

Emociones negativas

El contexto de responsabilidad no hará desaparecer instantáneamente todas las reacciones emotivas negativas que todavía podamos tener, porque hace mucho tiempo que ciertos mecanismos se instalaron en nosotros. Sabemos que es impor­tante dejar emerger esas emociones a nuestra conciencia y no suprimirlas. En cambio, esta forma de percibir las cosas nos permite transformar progresivamente esas emociones en tranquilidad y en sabiduría. Es infinitamente más fácil en­contrar nuestro centro y nuestra paz interior en este contex­to. Percibir esta «perfección» del universo nos permite cen­trarnos más rápidamente en nosotros mismos y reencontrar el contacto con nuestra luz interior.

Gratitud

El concepto de responsabilidad nos permite disfrutar de una sensación casi permanente de gratitud. Esta sensación hacia nosotros mismos, hacia los otros y hacia el universo, es un sentimiento surgido directamente del Ello. Es un sentimien¬to que nos llena el corazón de dulzura y ternura.
Existe una ley que al parecer funciona de tal forma que cuanto más reconocimiento tenemos hacia los demás, más generosa es la vida con nosotros. Porque la gratitud, el reco¬nocimiento del corazón, nos pone en un estado vibratorio muy elevado que atrae automáticamente hacia nosotros las cosas en un nivel de calidad muy superior.

Libertad interior

Cuando asumimos la responsabilidad, cesamos de dejarnos manipular y de manipular a los otros. Vamos a buscar la verdad al interior de nosotros mis­mos, porque hemos elegido reconocer, declarar y manifestar nuestro propio poder. Aprendemos a no tener ya miedo del Poder de los demás ni del nuestro. Liberados de los traumas de la autoridad producidos durante la infancia, respetamos el poder de los otros y manifestamos el nuestro, en el respeto a las diferencias e intercambio auténtico. Nos hacemos capaces de dar y recibir poder, y que todo el mundo resulte benefi­ciado, incluso nosotros mismos.Reconocemos nuestro poder, abrimos la puerta a la manifestación de éste y lo ponemos en marcha. El reconocer nuestro poder nos lo devuelve.
A partir del momento en que sabemos que somos creadores y que tenemos todo el poder en nosotros para generar una vida que sea más satisfactoria, estamos dispuestos a actuar para construirla y jugar a ganador al juego de la vida, en lugar de intentar hacer perder a los otros como lo hace la víctima. La víctima juega a perdedora. Cuando tomamos contacto con nuestro propio poder, jugamos a ganador.