Más allá de Brahman

El hinduismo distingue lo Absoluto, el Ser, Brahman, de Brahma, la divinidad creadora que es la personificación mitológica del aspecto creador de Brahman.
Brahman equivale a la Conciencia pura. Con ella aparece el mundo, lo que implica que, hasta cierto punto, lo crea. Al despertarnos cada día aparecen en nuestra conciencia espontáneamente el cuerpo, la mente y el mundo. La Conciencia hace posible este extraño «milagro» cotidiano. Sin Conciencia no hay persona, no hay mente, no hay mundo. Brahman es el Origen del mundo. Por otra parte, el mundo objetivo también es Brahman en tanto que nada hay fuera de Él. La materia también es de su misma naturaleza: es Conciencia en una expresión más densificada. Este concepto puede ser comprendido por analogía (si bien de forma tosca) relacionándolo con las formas que puede adoptar el agua: más sutil en el vapor, más densa en el estado líquido o extremadamente sólida y densa en el caso del hielo, si bien en los tres casos sigue siendo agua.

La filosofía del vedanta

El vedanta es una filosofía simple: afirma que nuestro verdadero Ser, lo que denomina Atman, es Dios. «Yo soy Dios» (aham brahmasmi) es la verdad suprema. La misma conciencia que reside en el núcleo de nuestro ser impregna por completo el universo entero. Conocernos a nosotros mismos es conocer a Dios y ser uno con todo. El vedanta es una filosofía de autorrealización, y su práctica es una forma de autorrealización a través del yoga y la meditación.

Presenta una vertiente teísta que reconoce a un creador cósmico (Ishvara) que gobierna en todo el universo a través de la ley del karma. Dios es el maestro supremo, el gurú más elevado de quien emanan todas las enseñanzas verdaderas por el poder de la palabra divina. El teísmo vedántico adopta muchas formas, como la adoración a Shiva, Vishnu o la Diosa. De hecho, puede acoger en su seno casi cualquier forma de teísmo que acepte el karma y la reencarnación.