EL VIAJE

Cuando reconocí que esta experiencia, era la experiencia de mi vida y servía para limpiar mi corazón,  el camino se allanó y terminó. Mi mirada giró 360 grados hacia el interior, en el centro del corazón y allí encontré lo que siempre había estado buscando, la Verdad, la fuerza de la Presencia.
Ahora sí, ahora ya había despertado del sueño y podía volver a casa, libre, vacía, tan liviana que apenas notaba la tierra bajo mis pies.
El viaje había terminado.

EL CAMINO HACIA SÍ MISMO

Para mí, lo importante es poder ensamblar, hacer uno ambos caminos ya que en todo está Dios, simplemente hemos de ser conscientes de este hecho. En la simple labor de cada día, en nuestras relaciones con los demás y con nosotros mismos, hallar ese estado de plenitud que todo lo engloba, que todo abraza es la ambrosía de la humildad puesto que nos olvidamos de nuestro interés para penetrar en el interés y esencia de todo lo creado

La bifurcación del camino

Cuando llegas al lugar en que la bifurcación del camino resulta evidente, no puedes seguir adelante. Tienes que decidirte por uno de los dos caminos, pues si sigues adelante de la manera en que ibas antes de llegar a este punto, no llegarás a ninguna parte. El único propósito de llegar hasta aquí fue decidir cuál de los dos caminos vas a tomar ahora. El trayecto que te condujo hasta aquí ya no importa. Ya no tiene ninguna utilidad. Nadie que haya llegado hasta aquí puede decidir equivocadamente, pero sí puede demorarse. Y no hay momento de la jornada más frus­trante y desalentador, que aquel en el que te detienes ahí donde el camino se bifurca, indeciso con respecto a qué rumbo seguir.

Encontrándote, aquí

Encontrándote, aquí El LARGO camino a ‘ninguna parte’ es el drama del buscador. Es sólo eso, un camino a ninguna parte. La proyectada liberación está siempre en alguna parte, más adelante en el ‘tiempo’. El propio movimiento de tratar de alcanzarla es la actividad misma que ciega al buscador. (Lo ciega) con oscurecimientos al hecho