Camino al Maestro interior

La sencillez, la modestia, la humildad. ¿Por qué siempre se han ensalzado esas cualidades? Por la sencilla razón de que producen un cortocircuito en el camino inferior. El ego es incapaz de hacernos experimentar nuestra esencia; para intentar colmar ese vacío, nos mantiene en la arrogancia y el orgullo. Un modo de abrirle el camino al Maestro interior es cultivar conscientemente la sencillez, no por respeto a una determinada ley moral, sino por haber comprendido que el ego, en su locura de pretender definir una identidad que no conseguirá jamás, no nos causa más que malestar. Si observamos atentamente nuestras reacciones, el testigo que todos llevamos dentro nos hará saber cuándo nos apartamos del camino.

Cooperar y compartir

Ya hay un gran número de personas preparadas para trascender el individualismo y vivir la unidad a un nivel superior, no a base de elucubraciones filosóficas sino de manera concreta, lo cual se traduce en un deseo de cooperación y de unión, en un deseo de reunirse en comunidad para crear juntos desde una visión común; no porque se tenga necesidad de los demás, sino porque se siente un impulso interno –en realidad, el del Maestro del Corazón– para poner en común las facultades y recursos de cada uno para el bien de todos. Eso da lugar a un nuevo tipo de grupo o comunidad, casi opuesta en sus características a las tribus o grupos que seguían pasivamente a su jefe. Están constituidos por personas autónomas, responsables y muy desarrolladas a nivel individual, que deciden libremente, desde el corazón, reunirse para llevar a cabo una tarea común en medio del respeto, la cooperación y el apoyo mutuos. Es el modo óptimo de funcionamiento del ser humano, el que hará que el mundo cambie por completo. Y el que desea el Maestro que reside en el Corazón. Cuando se alcanza ese estadio, la coherencia se establece en uno mismo, en las creaciones comunes y en el entorno. La conciencia de la humanidad se ha desarrollado ya lo suficiente como para dejar de funcionar de modo individual y separado; debe tener una visión común y recuperar su capacidad de compartir.