La solución crea el problema. Si estás tratando de arreglar tu tristeza, tu dolor, tu miedo, tu ira, tu soledad, tus dudas, tu corazón roto, tu profundo anhelo por llegar a Casa, ya lo estás convirtiendo en un problema, por lo que ya te has puesto en guerra.
¿Qué es un sentimiento? Decimos: «Estoy triste» o «Tengo miedo». Pero, ¿cómo lo sabemos? ¿Cómo sabemos que estamos tristes, alegres, enojados, temerosos, confundidos, satisfechos? ¿Dónde está la evidencia, en este preciso momento? ¿Acaso nos estamos contando una historia?
No tienes que ser el mejor, sólo tienes que ser tú mismo. Sólo tienes que ser real y hablar desde el corazón. Y saber que tienes el derecho de ver como ves, y pensar como piensas, y sentir lo que sientes,
A mi entender, todos nuestros problemas, todo nuestro sufrimiento y nuestros conflictos, tanto personales como globales, se derivan de un problema básico: la ignorancia de quiénes somos realmente. Hemos olvidado que somos inseparables de la vida y, como consecuencia, hemos empezado a temerla, y ese miedo nos ha hecho entrar en guerra con ella de maneras diversas. Hemos empleado nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestras emociones y nuestros cuerpos para combatir lo único real, que es el momento presente. Y al intentar protegernos del dolor, el miedo, la tristeza, el malestar, el fracaso…, de todas aquellas partes de la vida que se nos ha condicionado a creer que son malas, negativas, tétricas o peligrosas, hemos dejado de estar verdaderamente vivos.
La felicidad, la verdadera felicidad, la clase de felicidad que no puede ser comprada o vendida o empacada elegantemente, es idéntica a tu propia presencia, a eso que nadie puede darte, y que nadie te puede quitar.
Todas las religiones nos han dicho que debemos negar el sexo, reprimirlo, porque según ellas es un desperdicio de energía y uno debe tener energía para encontrar a Dios. Pero esta clase de austeridad, de dura represión y ajuste a una norma, ejerce una violencia brutal sobre todos nuestros más finos instintos. Este tipo de cruel austeridad es un desperdicio de energía mayor que el de la indulgencia en el sexo.